Desde el comienzo de su campaña política Donald Trump se ha granjeado no pocos enemigos. Su misoginia le ha enemistado con el género femenino, y su racismo ha levantado las iras de musulmanes e inmigrantes a partes iguales. Por algún motivo, la ha tomado con México, llegando a clamar públicamente que sólo los violadores y criminales mexicanos emigran a EE.UU. También ha arremetido duramente contra empresas estadounidenses con grandes inversiones en México, como Ford y en el caso de este artículo, General Motors.
El discurso de Trump es populista, y apela a la población estadounidense menos culta y formada. «América es para los americanos» es un discurso ya pasado de moda, y en un mundo globalizado muchas empresas tienen inversiones extranjeras de las que obtienen pingües beneficios. Las tres grandes automovilísticas de Detroit construyen parte de sus vehículos en México y Canadá, aunque curiosamente Trump sólo critica las inversiones en México. Ford ya estuvo en el punto de mira de Trump hace unos meses, con amenazas incluidas.
El republicano ha amenazado con someter a las importaciones de vehículos construidos en México a un arancel del 35%, sin base legal y con un claro desconocimiento de los acuerdos NAFTA de libre comercio de bienes y capitales. Sea como fuere, es ahora General Motors la que está siendo bombardeada por Donald Trump. General Motors posee varias fábricas en México, y en 2014 anunció que invertiría un total de 5.000 millones de dólares en México, creando 5.600 nuevos puestos de trabajo hasta el año 2018. ´
Quizá a Donald Trump le moleste que algunas Chevrolet Silverado y superventas como el Chevrolet Cruze sean ensamblados al otro lado del muro que pretende construir – y hacer a México pagar. Ante estas declaraciones, General Motors ha declinado hacer comentarios oficiales, y según Automotive News, el secretario de prensa de Trump no ha aclarado el porqué de este repentino ataque. A pesar de las amenazas del republicano, parece que ni Ford ni General Motors están por la labor de modificar su cartera de inversiones.
Hace apenas tres meses Ford anunciaba la inversión de 1.600 millones de dólares para la construcción de coches pequeños en México, y la próxima apertura de una planta de motores y transmisiones. Esta nueva planta creará 3.800 empleos, tras una inversión de 2.500 millones de dólares. Desde el principio de la campaña de Trump, Ford se ha posicionado abiertamente en contra de sus posturas políticas. Curiosamente, Ford fue la única de las tres grandes de Detroit que no necesitó un rescate federal en la crisis de 2009.
Hace unos meses General Motors anunció que derivaría parte de su producción de pick-ups de México a Michigan, pero el movimiento responde a decisiones de capacidad productiva, no a las bravuconadas del candidato a la presidencia de Estados Unidos.
Fuente: Automotive News
En Diariomotor: