Era el lejano año 2006. Hace 10 años nadie había oído hablar de una crisis financiera, y el mundo parecía vivir una especie de éxtasis. El mundo automovilístico estaba en plena ebullición, con una fiebre por el tuning nunca antes vista. Aprovechando la coyuntura brindada por el SEMA Show de Las Vegas, Volvo y Evolve Cars Inc. presentaron el impresionante Evolve C30 Concept. Basado en el entonces novedoso C30, se elevó a la máxima potencia las prestaciones del coche, con un envoltorio como poco excesivo.
Encargado por Volvo Car Corporation, el preparador se propuso construir un C30 memorable. Y hay que reconocer que lo consiguieron. Gran parte de su trabajo fue bajo el capó. Partieron del motor T5 como base, un 2.5 de cinco cilindros en línea y turboalimentación. Reemplazaron el turbo original por dos enormes turbinas secuenciales, acompañadas de una admisión completamente nueva y un curioso sistema de intercooler, que empleaba el refrigerante del motor para rebajar muy drásticamente la temperatura de admisión.
El resultado estas labores de fontanería era más que patente: el motor pasaba a desarrollar 507 CV a 6.100 rpm, acompañados de un mareante par máximo de 634 Nm a sólo 3.800 rpm. Una solución más que curiosa fue empleada para su escape. El colector 5-en-1 desembocaba en dos salidas traseras de escape, ubicadas en la parte exterior de las ópticas traseras del coche. Nunca hemos vuelto a ver una solución similar. Fue posible gracias al radical ensanchamiento que el compacto sueco sufrió a manos del preparador californiano.
De fábrica, el Volvo C30 de partida era de tracción delantera. Para tanta potencia, era necesario como mínimo un sistema de tracción total. Hablaron con Haldex – que ya suministraba sistemas de tracción total a otros Volvo – y les compraron un sistema de tracción integral inteligente, que fue asociado a un cambio manual de seis relaciones, convenientemente reforzado. La creatividad de Evolve Cars Inc. fue especialmente importante en lo tocante al equipo de frenado. Una verdadera locura, que a todo el mundo sorprendió.
Desarrollaron un nuevo sistema de pinzas de frenado en el eje delantero, con una mordida de nada menos que 14 pistones. Esta enorme pinza cubría la mitad del disco de freno delantero, de 386 mm de diámetro. Tuvieron que diseñar y fabricar unas 100 piezas nuevas. Por fortuna, el disco de freno trasero estaba abrazado por simples pinzas de seis pistones. El freno de mano hacía uso de los discos de freno delanteros, desdoblándose como sistema de launch control, permitiendo salidas fulgurantes tras la carga de los turbos.
La locura no termina ahí. Todo el coche fue pensado con una temática de Fórmula 1. Fue tremendamente ensanchado, y en su frontal se instaló un spoiler de ángulo variable, al igual que en la zaga, donde también destacaba un enorme difusor, completamente funcional. Pero sin duda lo que más llama la atención son sus enormes neumáticos traseros. Con una sección de 355 mm, son dignos de un Lamborghini Countach o de un Fórmula 1, e iban montados sobre llantas de aleación ligera de 19 pulgadas. Viva la discreción.
Fuente: SeriousWheels
En Diariomotor: