Nos encantan los coches. El problema llega cuando el disfrute de la conducción, y de nuestros coches, se transforma en incomodidades, en ruidos, en horas de atascos, contaminación, y un largo etcétera. No eches la culpa a nuestros gobernantes. Probablemente hayamos sido nosotros los que hayamos hecho pedazos nuestra pasión, la de conducir, utilizando nuestro coche hasta para comprar el pan, olvidándonos de que existen alternativas al coche privado o, también, eligiendo a esos gobernantes que no hicieron nada para remediarlo. En la localidad alemana de Mannheim parecen haber dado con una solución que quizás no te guste, la de crear barrios sin coches, sin calles, ni carreteras, tal y como leíamos en Yorokobu.
El proyecto propuesto por el estudio de arquitectura holandés MVRDV, y la inmobiliaria Traumhaus, pretende construir un barrio que ocupará 27.000 m2 de lo que antiguamente eran unos barracones militares utilizados por el ejército de los Estados Unidos, formando parte de la infraestructura de la OTAN. Ver proyecto Traumhaus Funari.
En un barrio sin calles, ni carreteras, la idea está en recuperar esa extensión que habitualmente ocupábamos con nuestros coches, la calzada, y sus correspondientes aparcamientos, por espacios verdes y vías más estrechas para pasear y, en general, moverse a pie. Digamos que este proyecto pretende crear un ambiente más familiar, ecológico y agradable.
El problema, y lo bueno para aquellos que aún disfrutamos conduciendo, es que este barrio no pretende relegar la movilidad en coche a un segundo plano, pero sí eliminarla, en la medida de lo posible, del ámbito más cercano. Eso quiere decir que este barrio, que podríamos considerar prácticamente como una pequeña urbanización, no responderá a la imagen del área residencial por excelencia, con muchas calles, garajes, y coches aparcados en la puerta de viviendas unifamiliares. La idea es que los coches de sus propietarios queden aparcados en subterráneos, y que las únicas calles de cierta anchura que se vean sean aquellas que se requieren para el paso de vehículos de emergencia.
Y si lo pensamos bien, es probable que soluciones como esta se erijan a la postre como las más eficientes, en tanto no penalizan al conductor, y sí favorecen que los coches no sean una molestia. Es más, no necesariamente tendría por qué ser una solución costosa, o sin rentabilidad en términos económicos. Basta pensar en lo que ganaría un barrio o, mejor dicho, una urbanización de este tamaño, si las calles y las carreteras fueran sustituidas por zonas comunes, por zonas ajardinadas, o incluso por espacio para más viviendas.
Vía: Menéame
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