Hace unos meses mi compañero David Villarreal nos hablaba sobre el nuevo etiquetado de emisiones que la DGT ha aprobado para los automóviles. Este etiquetado clasifica a todos los vehículos en función de su nivel de emisiones. Hasta el momento, el etiquetado sólo lo he visto en los smart fortwo eléctricos que circulan por Madrid como parte del servicio car2go de Daimler. Pero las implicaciones de este etiquetado de eficiencia auguran un futuro complejo: ¿quién va a pagar las consecuencias del etiquetado? ¿Y si tengo un coche entrado en años?
Vamos a refrescaros un poco la memoria. Este etiquetado de emisiones ha sido creado por la DGT, y quiere diferenciar a los vehículos en circulación según su nivel de emisiones contaminantes. Este etiquetado rompe con todo lo hasta ahora conocido, desligando de sus emisiones de dióxido de carbono la «contaminación» emitida por el coche. Durante años y años se ha ligado la carga impositiva y el Impuesto de Matriculación al nivel de emisiones de CO2 del coche. Gracias a sus menores emisiones de CO2, el número de coches diésel creció de forma espectacular en nuestro país, impulsado por una fiscalidad favorable y un combustible más barato.
Al cabo de los años, esta situación provocó una derivada perniciosa. La contaminación en las grandes ciudades aumentó de forma considerable, y desde Europa se comenzaron a administrar tirones de orejas a nuestra administración. También se descubrió que las emisiones de óxidos de nitrógeno – conocidos habitualmente como NOx – y partículas en suspensión de los motores diésel son dañinas para nuestra salud. Esto ha provocado un aumento en el control de emisiones a los coches diésel, dotándolos de complejos y costosos sistemas anticontaminación – como los filtros de partículas o el tratamiento de los gases de escape con AdBlue.
Algunos países europeos – como Alemania – ya poseen etiquetado de eficiencia para sus vehículos, en función de la normativa europea anticontaminación cumplida. Ante el aumento de la contaminación atmosférica, algunos países han comenzado a introducir restricciones al tráfico en centros urbanos, y ciudades como París directamente han prohibido la circulación en el centro a vehículos anteriores al año 1997. El etiquetado de eficiencia es un simple mecanismo de control, que posibilita y legaliza las restricciones a la circulación.
El etiquetado de eficiencia de la DGT será el instrumento de las futuras restricciones al tráfico en nuestro país, así como el acicate que modificará la fiscalidad de nuestros vehículos. No os quepa duda de ello: este etiquetado de emisiones abre la puerta a la expulsión de las ciudades de los coches más antiguos, especialmente los equipados con un motor diésel. Este etiquetado de eficiencia aún no es obligatorio, pero ya se está repartiendo e instalando en los vehículos menos contaminantes.
Repasemos este etiquetado:
Cero Emisiones: vehículos eléctricos de batería (BEV), eléctricos de autonomía extendida (REEV), e híbridos enchufables (PHEV) con una autonomía mínima de 40 kilómetros. También se incluirán en esta categoría los vehículos de pila de combustible. Recibirán esta calificación vehículos como el Nissan Leaf o el BMW i3.
ECO: incluirá vehículos híbridos no enchufables, propulsados por gas natural (GNC y GNL), o gas licuado del petróleo (GLP), siempre y cuando superen los criterios del distintivo C. Recibirán esta calificación vehículos como el Toyota Prius.
C: turismos diésel matriculados a partir de enero de 2014, y gasolina matriculados a partir de enero de 2006. Gasolina a partir de Euro4 y diésel Euro6.
B: turismos de gasolina matriculados a partir de enero de 2000 y de diésel a partir de enero de 2006. Gasolina a partir de Euro3, y diésel Euro4 y Euro5.
¿Notáis ausencias en este etiquetado? Los diésel anteriores a 2006 y los gasolina anteriores al año 2000 no recibirán etiquetado de emisiones. En un futuro, serán los primeros en ser excluidos del centro de las grandes ciudades. En primera instancia – estamos especulando, pero con base – en episodios de alta contaminación, y en unos años, por norma. No quiero ser sensacionalista o alarmista, pero es que esto ya sucede en algunas ciudades de Alemania, en parte de Escandinavia y en ciudades como París.
¿Y si tengo un coche antiguo?
La pregunta es retórica, amigos. Estas restricciones al tráfico y este etiquetado son un incentivo para que cambies tu coche por otro más limpio. El problema no lo tendremos los propietarios de clásicos de disfrute o deportivos. El problema lo tendrán aquellos que circulan con un vehículo antiguo porque no se pueden permitir uno más moderno. Esto es una realidad en un país que aún tiene una tasa de paro galopante, en el que desgraciadamente, la precariedad laboral – por mucho que se nos diga lo contrario – sigue a la orden del día.
Tampoco descartamos el aumento de la presión fiscal a los vehículos sin etiquetado o a los vehículos de categoría C, de forma progresiva. Cuando este tipo de programas entren en vigor – cuándo, no si entrarán en vigor – confiamos en que se establezcan ayudas cuantiosas a la compra de un vehículo de menores emisiones para aquellos con una situación económica menos favorable. También pedimos una introducción progresiva de estas restricciones, así como una fuerte campaña anticipada de información al público.
Es lo mínimo para evitar agravios e injusticias para con los que no pueden permitirse vehículos de menores emisiones.
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