En agosto de 1976, hace ahora exactamente 40 años, los medios para producir una toma de vídeo eran, con respecto a los actuales, como comparar una punta de flecha de sílex, con un carro de combate. No existían las cámaras de vídeo personales – tipo GoPro – ni todos llevábamos una cámara de vídeo de alta resolución, con teléfono incorporado, en el bolsillo. Tampoco existían plataformas masivas de distribución de vídeo, como Youtube. Tal vez por eso este cortometraje, que no supera los 9 minutos, acabase convirtiéndose en un vídeo de culto, generando polémicas varias y una profunda reflexión sobre los límites de lo que hemos de considerar ético y moral en la producción de un corto, o un largometraje, y un vídeo que para muchos aficionados de la velocidad siempre será un referente, C’etait un rendez vous.
Ante la falta de permisos para cerrar al tráfico las calles del centro de París, Claude Lelouch, director de C’etait un rendez vous, decidió llevar a cabo su grabación con el tráfico abierto. Hablamos de recorrer en coche el centro de París en algo más de 8 minutos de infarto, a gran velocidad, desde la Porte Dauphine, hasta llegar a la Basilique du Sacré Couer de Montmartre, donde esperaba la cita de este intrépido conductor con prisa, con mucha prisa. Un periplo sorteando a otros coches, ajenos a la grabación, espantando a las palomas, y sorprendiendo a los viandantes.
Incluso con las limitaciones de los medios de la época, y la ausencia de canales de distribución masivos, C’etait un rendez vous bien podría definirse como la primera grabación desde un coche con carácter viral de la historia.
Para acrecentar aún más su leyenda, aún siguen extendiéndose diferentes rumores y aspectos de su producción que aún hoy generan controversia. El más extendido concierne a su director, Claude Lelouch, y a su supuesta detención tras la publicación del corto. También generó numerosas discusiones la identidad del piloto, del que se rumoreaba, como si de un Stig de los años setenta se tratase, podría ser incluso un piloto de Fórmula 1.
En un documental más reciente Lelouch aseguraría que él mismo era el conductor, y que únicamente conocían sus intenciones dos personas, su novia, que recibió la orden de esperar en Sacre Coeur, y su asistente, que se colocó cerca del Louvre (la escena del giro de izquierdas, el semáforo rojo y el autobús que vemos en torno al minuto 3:17 del vídeo), para evitar un accidente al cruzar el arco ciego y de doble sentido de la Place du Carousel. Lelouch reconocería que a pesar de todo tuvieron suerte, porque el walkie-talkie que habían preparado para avisar de la presencia de coches al otro lado del arco no funcionó en el momento de rodar la escena. De haberlo atravesado unos segundos antes bien podría haber acabado empotrado en los bajos del autobús.
La grabación fue realizada desde el parachoques de un Mercedes-Benz 450 SEL 6.9, con un motor de ocho cilindros, que únicamente estaba disponible con un cambio automático de tres relaciones. Al contemplar el vídeo pronto te percatarás de que, de ser ese el caso, el audio no encajaría con ese vehículo, especialmente por el sonido agudo del motor y al escuchar reducciones de tres y cuatro marchas, con punta-tacón incluido. Y la razón no es otra que el hecho de que se llevase a cabo un doblaje del audio utilizando el Ferrari 275 GTB del propio Lelouch.
El propio Lelouch reconocería que en muchos momentos se superaron los 200 km/h, llegando incluso a rozar la punta del Mercedes-Benz. Otros aseguran que en ningún momento se alcanzarían tales velocidades. Aquellos que se propusieron analizar el vídeo con detenimiento llegarían a la conclusión (ver Speed of a Car: C’etait un Rendezvous) de que las velocidades no eran tan elevadas para la sensación que transmite el vídeo, aunque si se habrían alcanzado en algún momento, presumiblemente en el tramo entre el Arc de Triomphe de l’Etoile, la Place de La Concorde, y el Louvre, velocidades cercanas y superiores a esos 200 km/h.