Dallas Performance es un preparador estadounidense relativamente desconocido. Pero al igual que compañeros de profesión como los chicos de Hennessey o Underground Racing – todos ellos con sus ráices en el sur estadounidense – lo que buscan es ganar la batalla de los números. Batalla por ver quién es capaz de crear los supedeportivos más potenciados, aún siendo legales para su conducción en carretera abierta. Hoy por hoy ya no nos extraña ver preparaciones de más de 1.000 CV con garantía de fábrica – Shelby, te miramos a tí – pero nos sigue sorprendiendo que alguien se atreva a encajar la absoluta temerida de 2.300 CV en la parte trasera de un Lamborghini Gallardo.
«Don’t mess with Texas»
Todo es grande en Texas. Incluso su eslógan no oficial – «don’t mess with Texas» – deja claro que en el estado de la estrella solitaria no se andan con tonterías. Desde Dallas, los ingenieros de Dallas Performance no se han pensado mucho el nombre de su empresa, pero se nos olvida esta molestia cuando descubrimos los kits de potenciación que han desarrollado para el Lamborghini Gallardo. Lanzado en 2003, y sólo recientemente reemplazado por el Huracán, las potencias de su V10 tocaron techo en los 570 CV del Superleggera. Dallas Performance ha decidido que sería buena idea cuadruplicar esa cifra. Sí, su Gallardo es cuatro veces más potente, habéis leído bien.
El preparador orquestra dicha potenciación en cinco etapas. La primera de ellas cuesta 37.800 dólares y calza al V10 con un sistema propio de doble turboalimentación en paralelo, llegando a una potencia de 800 CV a las ruedas, equivalente a unos 960 CV al cigüeñal, forma habitual de medir la potencia teniendo en cuenta las pérdidas de potencia por el rozamiento del tren propulsor, en torno a un 20% para un vehículo de tracción total. Casi 1.000 CV es una potencia seria, pero esto no ha hecho más que empezar. Con componentes internos forjados y una mayor presión de soplado, los Gallardo Stage 2 se aúpan a los 1.330 CV, una potencia similar a la del hiperdeportivo Koenigsegg One:1.
No es barata, pero semejante torrente de potencia por 65.500 dólares no parece un mal precio. La tercera fase reemplaza prácticamente todos los componentes internos del motor para poder soportar una potencia un 300% superior a la potencia de serie. 1.500 CV de potencia por 89.700 dólares sigue pareciendo una ganga, teniendo en cuenta el precio de un Gallardo usado en el mercado de segunda mano, al que hay que sumar la potenciación. Los Stage 4 tienen ya un motor con especificaciones de competición, posiblemente incluso con todos sus componentes modificados, incluyendo el bloque. Son bestias destinadas a batir todos los registros en los cuartos de milla o millas lanzadas.
Bestias que con unos 1.900 CV pueden romper la barrera de los 400 km/h, siendo limitados únicamente por aerodinámica o por sus neumáticos de calle. El precio es «a consultar», un eufemismo moderno para «muy caro». Casi 2.000 CV en un Gallardo parece una locura, ¿verdad? Pues los chicos de Dallas Performance no lo creen suficiente, porque un último paquete con una potencia de 2.400 CV en adelante está disponible. Dos Bugatti Veyron en un coche de tonelada y media, que creemos reforzado hasta la médula en todos y cada uno de sus componentes – especialmente transmisión y motor – y que sería capaz de unas aceleraciones y velocidades punta dignas de libro Guinness de los récords.
Lo mejor de todo, es que sería un coche apto para las calles. Un 0 a 100 km/h de seguramente menos de dos segundos y una punta cuyos límites pocos se atreverán a explorar, pero que tranquilamente podría rondar los 450 km/h. No digo a broma esta cifra, es la punta lograda por un Ford GT modificado con una potencia similar en la Texas Mile hace unos años. Sólo pensarlo da miedo. El precio de estas modificaciones sólo se da bajo consulta, pero podemos esperar que roce o supere los 200.000 dólares.
Fuente: Carscoops
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