Primera hora de la mañana… un autobús se encarga de llevarnos desde Barcelona a Montmeló. La última vez que estuve aquí fue hace sólo unos meses con motivo del Gran Premio de Fórmula 1. Entonces, los accesos estaban repletos de gente. Hoy, la experiencia que me espera es muy muy diferente… el acceso al circuito está vacío. El paddock aún está totalmente calmado. Hoy el circuito es sólo para nosotros… y al fondo del parking, en los primeros boxes del pit lane se divisa una más que interesante hilera de coches… gris, rojo, gris, rojo, gris, rojo… El Audi RS6… el Audi RS4… aún dormita. Pero hay más.
Un pasillo entre boxes, entre el paddock y el pit lane, nos lleva hasta el que a priori parece el plato fuerte de la jornada… si el RS6 nos ha dejado babeando ya mientras aparcaba el autobús ahora sólo nos queda pegar nuestra cara al vano acristalado de la larga hilera de Audi R8 que nos espera… como si de niños en el escaparate de una juguetería se tratara… y vislumbrar que en la parte inferior al motor la insignia nos advierte de que estamos ante la versión V10… nos espera un divertido día en Barcelona. El Audi RS4, el Audi RS6, el Audi R8 V10 Plus… y Montmeló.
El motivo de estar aquí, en Montmeló, con semejante plantel de cilindros, no es otro más que el Audi Driving Sportscar Experience… a comienzos de esta misma semana os contaba todos los detalles del curso de conducción de Audi… hoy, toca hablar de sensaciones. De sonidos. De turbos que soplan como si no hubiera mañana y de atmosféricos en un mundo sobrealimentado. De zagas a las que hay que tratar con un mayor mimo del que me esperaba. Hoy toca hablar de dos V8 tremendamente dispares entre sí. De un V10 que no tiene nada que ver con su hermano V8… Hoy toca disfrutar, quemar goma y gasolina, disfrutar en circuito y carreteras secundarias… ¡arrancamos!
Un mundo de distancia entre el Audi R8 V8 y el R8 V10 Plus
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He de reconocer que el Audi R8 V8 me dejó un tanto frío tras probarlo meses atrás en la comparativa entre el Audi R8 y el Porsche 911 Carrera 4S. Sí, llamaba la atención mucho, favorecido además por tratarse de una unidad Spyder. Te permitía ir rápido desde el las primeras curvas. Era cómodo… pero echaba en falta carácter. Echaba en falta espíritu. Alma. Echaba en falta rabia. Mala uva… incluso sentir cierto “miedo” a afrontar mal una curva y terminar de bruces contra las protecciones… El Audi R8 V8 te permitía “tragarte” las curvas prácticamente como quisieras, ibas a salir airoso, aunque obviamente no marcando los mejores tiempos… daba la sensación de que cualquiera podría rodar con un R8 V8… pero precisamente para demostrar alma, para demostrar carácter, para demostrar genio y mala uva… Audi tiene al Audi R8 V10.
Y queda más que patente desde los primeros metros. Desde que el pie se hunde por primera vez en el acelerador. Engranamos la D en el cambio S Tronic de 7 velocidades (la principal novedad introducida en el último lavado de cara), pisamos el acelerador y la diferencia es simplemente abismal respecto al V8… un empuje brutal, mucho más explosivo que el del 8 cilindros. Enseguida el bloque de 10 cilindros de 5.2 litros, atmosférico, con 550 caballos y 540 Nm de par (la versión V10 normal tiene 525 caballos y 530 Nm de par), lleva al R8 a un ritmo muy muy alto… La diferencia es brutal. Lo repito una y otra vez. Cada vez que hundo a fondo el acelerador. Cada vez la música de los escapes del V10 sube unos cuantos decibelios… Es impresionante. Y qué decir de ese momento en el que trazas la primera curva con el carácter del V8 aún en la cabeza…
Al subirme en el R8 V10 en Montmeló tenía muy presente el comportamiento del V8 en el trazado de Guadix. Lo dócil que era a pesar de su caballería, 430 caballos, lo fácil que era pasar rápido por una curva, lo fácil que era gestionar una mala trazada y la de perrerías que se podían hacer antes de encontrar el punto en el que la máquina nos advierte de que estamos llegando al límite. En el V10 hay cierta rabia contenida. Cierto toque áspero en el gruñido de los 10 cilindros… y sobre todo ciertas reacciones, que solventan a la perfección esa falta de carácter de la que hablaba al referirme al V8.
No nos engañemos, el V10 también resulta dócil para ser un superdeportivo. Aún sigue manteniendo cierto carácter comedido que nos hacen pensar que podríamos utilizarlo en el día a día si el consumo nos da igual, algo que se debe dar por supuesto. Sigue siendo cómodo, incluso entrar y salir de su bajo habitáculo tampoco es una operación demasiado molesta en comparación con otros deportivos. Viajé con el V8 Spyder hace unos meses. Con el V10 no he tenido la oportunidad de repetir la operación… pero estoy seguro de que cumpliría igual de bien que su hermano de 8 cilindros en un largo viaje. Cómodo, dócil y con carácter cuando así se lo pedimos… para mi gusto sólo le falta ser Spyder… pero desde luego el sabor agridulce que me dejó el V8 ha quedado totalmente apaciguado por el V10.
¿Qué dónde se hace más patente ese extra de carácter? ¿esa actitud más ruda? Más allá de la brutalidad con la que es capaz de acelerar el V10, dándonos un toque en la espalda para recordárnoslo en forma de bramido y brusquedad en cada acelerón, la mayor sensación de delicadeza, de sentir que es una máquina más compleja, más difícil de llevar que el V8 se hace patente en las curvas, cuando pruebas a soltar gas o pisas un poco más de lo debido el pedal del acelerador y notas esa brutalidad aplicada ahora en mitad de un giro.
Contamos con las bondades de la tracción Quattro que, a pesar de mantener una mayor entrega de potencia al eje trasero, incide en que aún siendo más brusco que el V8 sea perfectamente utilizable con normalidad en el día a día, que mantenga esa docilidad que mencionaba antes. Tiene más carácter sí… pero tampoco es un rebelde sin causa.
Bien por el sistema de tracción y desde luego muy bien por el cambio S Tronic. Rápido, muy rápido. Sin hacerse notar. Suave… mientras que la entrega de potencia se hace de manera explosiva, subiendo de vueltas muy muy rápido y con una notable sensación de empuje, de quedarte pegado al asiento mientras la potencia, los 550 caballos, llegan desde el eje trasero. Y es así esté donde esté la aguja del cuentarevoluciones… arriba, abajo… el V10 tiene ganas de guerra a cualquier régimen. Y lo deja claro con un rugido muy grave. Sobre su dirección, nada que objetar. Felizmente pesada como buen superdeportivo. Directa y con un guiado al que no podemos reprocharle nada… y qué decir de sus frenos.
La frenada del equipo de frenos carbocerámicos es brutal. Tienen ya temperatura y nos permiten apurar con una seguridad brutal las frenadas. Como si estuviéramos en un liviano deportivo con un par de centenares de kilos menos… recordemos que a fin de cuentas este alemán declara en báscula 1.595 kg en vacío y sin conductor.
Es el momento de dar las últimas vueltas al trazado. Alguno de los R8 pasa incluso por boxes para hacer un cambio de neumáticos. Nos mantienen pegados al asfalto unas Pirelli Pzero sobre llantas de 19 pulgadas, en unas medidas de 235/35 para el eje delantero y 295/30 para el trasero… es el momento de parar, coger aire… y seguir con el resto de bestias de Ingolstadt que nos acompañan.
Con la mejor compañía…
Rodamos en tandas de 4 coches. 3 de ellos son Audi R8 V10… pero en cabeza, marcando la pauta, enseñándonos la mejor trazada, dándonos referencias de donde frenas, hay todo un Audi R8 V10 GT… 4 mejor dicho. Uno por cada grupo. 4 de las 333 unidades que hay en todo el mundo. El alerón les delata.
No tenemos la oportunidad de conducirlos en Montmeló. Eso queda reservado a los monitores de la Audi Driving Experience. Pero su presencia, la presencia de 4 unidades de una edición tan limitada ya es digna de elogio. Si exteriormente puede pasar más o menos desapercibido para algún profano, ya que las principales referencias quedan en manos de los aletines aerodinámicos del paragolpes delantero y sobre todo del alerón posterior, en su interior no queda lugar a dudas de que estamos ante un Audi R8 “especial”.
La alcántara se hace un hueco entre la fibra de carbono en un volante deportivo con un aspecto espectacular. Tras el volante una instrumentación específica. Su palanca de cambios nos recuerda que sólo se han construido 333 unidades de este coche…. ¿y qué decir de sus asientos? Backets, arnés incluido, para acomodarse en la versión más radical del Audi R8. Tras las cabezas de los ocupantes hay incluso una barra antivuelco… y no falta el extintor.
En cifras, el Audi R8 GT se conforma con 1.525 Kg. Un parabrisas más fino, la fibra de carbono, los asientos, las vantanillas traseras en policarbonato… se encargan de la dieta, mientras que su corazón queda en manos del V10 de 5.2 litros… entregando para la ocasión 560 caballos, con un par de 540 Nm y una caja de cambios R-Tronic. Es capaz de alcanzar los 100 km/h desde parado en 3.6 segundos… y su velocidad máxima es de 320 km/h. Aporta el toque extra de exclusividad, de exclusividad más absoluta, a la gama del Audi R8… por si el Audi R8 V10 Plus se te antoja escaso.
Pero el Audi R8 GT no era la única buena compañía que se dejó ver durante la jornada por el pit lane de Montmeló. Desde uno de los boxes contiguos, con la presencia además de Miguel Molina, piloto de la marca en el DTM, posaba para nosotros un Audi R8 LMS… la bestia de competición derivada del R8… y claro, los R8 V10 Plus… y el R8 GT parecen incluso mansos a su lado.
De segundo… una doble ración de RS… ¿turbo o atmosférico?
Tras bajarnos del Audi R8 V10… después de comer y reponer fuerzas nos esperaba en el paddock una buena panda de RS. En rojo, el Audi RS4, en color grafito el Audi RS6. Si me preguntan cómo definir el lado más deportivo de Audi no señalaría al Audi R8 o al TT, por mucho que se llame RS Plus… señalaría al Audi RS6… a esa perfecta mezcla de un aspecto de supuesto raciocinio que le confiere su carrocería Avant… y la brutalidad de los 560 caballos con los que cuenta bajo el capó… Hora de ponernos en marcha.
Para peligro de nuestro carnet de conducir, pero al mismo tiempo para nuestro deleite, la prueba del Audi RS6 no se lleva a cabo en Montmeló. No la hacemos en circuito. En lugar de ello nos esperan las carreteras de los alrededores en un recorrido en el que tenemos la oportunidad de probar al RS4 y RS6 tanto en autovía como en carreteras secundarias… ¿el veredicto? Que alguien encierre a estas dos bestias.
Empezamos por el Audi RS6. Por el V8 doblemente sobrealimentado. Por los 560 caballos capaces de llevar a esta bestia Quattro hasta los 100 km/h en sólo 3.9 segundos… capaces de llevarlo hasta los 305 km/h. Un par descomunal de 700 Nm… y un mundo de sensaciones… porque si la entrega del R8 V10 me había parecido brutal… la del Audi RS6 es de otro mundo.
Sorprende que montados en un coche familiar tengamos semejante melodía acompañándonos. Hay un gorgoteo grave. Muy grave. El sistema de escapes, el motor, llena continuamente el habitáculo con una banda sonora espectacular. Soy un fiel seguidor de las mecánicas atmosféricas… pero el sonido del V8 4.0 TFSI Twin-Turbo es una brutalidad. Petardeos, soplidos inhumanos y un balbuceo grave que parece llegado desde el mismísimo infierno… Audi ha tenido que hacer un pacto con el demonio para poder conseguir de un familiar esto.
Acelera con un empuje brutal. Al cambio Tiptronic de 8 relaciones no se le pueden poner pega alguna… y el equipo de suspensiones es perfectamente configurable para ofrecernos tanto un tarado muy deportivo, una auténtica tabla, con una sensación de agilidad inimaginable si tenemos en cuenta las dimensiones y el peso… y al mismo tiempo ofrecernos un tarado extremadamente cómodo, capaz de digerir cualquier badén o bache.
Del mismo modo que podemos configurar las suspensiones, podemos elegir, o dejar en Auto, el carácter que queremos darle a la bestia. Desde ir plácidamente a buscar a los niños al colegio… a irnos el sábado a nuestro tramo favorito de montaña con reacciones dignas de deportivo… Reacciones que incluso me sorprendieron mucho, mucho más, que las del Audi R8 V10 Plus… brutal es la mejor palabra para definir al Audi RS6.
¿Y qué hay del Audi RS4? Frente al V8 doblemente sobrealimentado del Audi RS6 el RS4 nos ofrece un enfoque totalmente diferente con un V8 4.2 atmosférico. Este entrega 450 caballos, con un par de 430 Nm. Por supuesto cuenta con tracción quattro, con diferencial central de corona y con un reparto del 60% al eje trasero, recurriendo para su transmisión a un cambio S Tronic de 7 velocidades… dicho todo esto de seguido no pinta nada mal desde luego… el rojo de la unidad que conducimos le sienta además fenomenal… y mantiene ese aire de discreción a ojos del profano… y de admiración a ojos del apasionado tan propio de la marca. El Audi RS6 disimula bastante peor su condición “bruta”. El problema al ponernos ahora al volante del RS4 es que anes hemos pasado por el V10 del Audi R8… y por los 560 caballos del Audi RS6… y claro, eso de entrada no deja en buen lugar al Audi RS4.
Soy un amante de los descapotables… y soy un amante de los familiares deportivos. Dicho esto, confieso mi amor por el Audi RS4 y por el Audi RS6. El Audi RS6 cuenta con una orquesta de soplidos y de gorgoteos graves que vienen desde el sótano de Ingolstadt… pared con pared con el infierno. El Audi RS4 en su lugar ofrece una melodía mucho más pura. Mucho más V8, más auténtica. Más sana. Algo similar a lo que ocurre con la entrega de potencia, capaz de pegarte al asiento sí, por supuesto, pero no de la manera tan salvaje, tan desproporcionada del RS6.
Cambios muy rápidos, un perfecto apoyo, un agarre a la altura de lo esperado por la tracción quattro… y una dirección digna de un superdeportivo… ¿cómo puede pesar tanto? Dura, directa y deportiva mientras que tras el pedal del freno seguíamos contando con la excelencia de los frenos carbocerámicos, también presentes en el Audi RS6.
El Audi RS6 me pareció salvaje. El Audi RS4 mucho más noble, deportivo claro, pero sin exageraciones. Sin la exaltación por la exaltación del Audi RS6. Dicho sea de paso benditas exageraciones. Obviamente el Audi Rs6 está un nivel, insano, por encima del RS4… Pero como decía al principio de estos párrafos sobre las dos alternativas familiares de Audi… ésta es la verdadera esencia deportiva de la marca. Nada de R8. El Audi RS6. El Audi RS4… eso es Audi.
Hora de despedirnos de semejantes monturas. Volvemos a Montmeló bajo una tormenta de verano bastante intensa. El Audi R8 V10 se ha encargado de devolverme la confianza en el superdeportivo de la marca arrebatada meses atrás por un V8 demasiado manso. El RS4 se ha encargado de propiciarme unos cuantos kilómetros acompañado por la verdadera nobleza de un V8. El Audi RS6… a este que le encierren… es salvaje, simplemente brutal.