Lo prometido es deuda, y tras haberos traído hasta la portada de Altas Prestaciones la prueba del Ferrari 458 Speciale dentro de los marcados límites que impone el código de seguridad vial, ahora es turno de abandonar toda lógica y dar rienda suelta a la más absoluta de las pasiones sacando el máximo del Ferrari 458 Speciale en un verdadero circuito de carreras catalogado por muchos como una de las pistas de referencia del sur de Europa. Bienvenidos al desafío del circuito de Ascari.
Me cuesta creer que exista un escenario mejor que el circuito malagueño para extraer todo el jugo que atesora la última evolución del Ferrari 458. Los 5.425 metros que atesora su configuración original, unidos a un total de 26 curvas de elevada exigencia, ponen sobre la mesa un cóctel sólo a la altura de los deportivos con más raza y solera del panorama automovilístico. Curiosamente este trazado ha sido recientemente elegido para realizar la presentación internacional de, nada más y nada menos, que los McLaren 650S y Lamborghini Huracán. ¿Coincidencia? …no lo creo.
Es por la mañana, poco antes de las 10, de repente en mi teléfono móvil aparece la imagen de C. de Salamanca invitándome a descolgar. El motivo no podría ser mejor, una reunión entre amigos con la excusa de exprimir hasta el último de los 605 CV que atesora el Ferrari 458 Speciale en circuito. No es algo que te ofrezcan todos los días, y por ello antes de que terminen de contarme los detalles confirmo mi asistencia con un sí categórico. Casualidades de la vida, el camino hacia el circuito de Ascari discurre por el mismo trayecto escogido con motivo del primer contacto con el 458 Speciale que vivimos en Diariomotor Altas Prestaciones, por lo que el día ahora es doblemente perfecto. El plan crece en sensaciones, primero varias docenas de curvas de carretera de montaña para calentar, y apenas unos quince minutos después, trece curvas a derecha y otras tantas a izquierda para conocer cuál es la diferencia entre conducir y pilotar.
Hoy pecaremos de arrogantes y saldremos desde boxes con la criatura más exquisita fabricada en Maranello, luciendo silueta bañada en Rosso Scuderia y atronando en todo el valle con los 605 CV que exhala su V8 atmosférico.
Ascari y Ferrari ¿Cóctel perfecto?
Nos observan de reojo, no somos los únicos dispuestos a rodar en pista en un día como hoy, pero sí que somos los que más llamamos la atención. Dentro y fuera del trazado se dan cita auténticas obras de arte del automovilismo moderno. Hablar de deportividad es decir demasiado poco si atiendo a lo que tengo frente a mis retinas. Disfrutar de un día devorando cada milímetro del trazado de Ascari es sin duda una oportunidad única para ver cómo esos deportivos que normalmente se exponen impolutos en los salones del automóvil atesoran en su interior una furia que sólo es exprimible en auténticos templos de la velocidad. Hoy es día de remangarse, de navegar en un mar de marbles y de convertir los vapores de gasolina en bebida isotónica. ¡Arrancamos!
Lo primero que comentamos no es otra cosa que el radiante Sol que nos acompaña en este día, ni una sola nube en kilómetros a la redonda y una luz soberbia para lucirse. La temperatura sube, y mucho, mientras empleamos algo de tiempo para revisar cada parámetro del 458 Speciale. Muy pronto los 32 grados del termómetro que mide el ambiente se convierten en unos abrasantes 50 grados a pie de pista.
Nuestra unidad calza un juego específico desarrollado por Michelin en medidas 245/35 ZR20 para el tren delantero y 305/30 ZR20 para el tren posterior que atesoran ya un millar de kilómetros en carreteras secundarias con un servidor como uno de los principales culpables. Hoy estos Michelin Pilot Sport Cup 2 deberán demostrar su auténtica valía como calzado, y es por ello que me comprometo a seguir muy de cerca su evolución a lo largo del día, con la sorpresa final de que tras el exigente Track-Day todavía guardan dibujo y cualidades para afrontar nuevas vivencias tanto dentro como fuera de pista.
Es nuestro momento, bajamos la presión en 0,9 bares por goma para dejar atrás definitivamente el mundo civilizado y con la bandera verde ondeando a nuestro favor, el “Launch Control” cobra vida en la salida de boxes atrayendo a un nutrido número de aficionados. En esta ocasión el Manettino no es absoluto protagonista, pues situado en modo Race, el Ferrari 458 Speciale se encuentra en su configuración óptima, en su salsa para que nos entendamos, dejando el resto de modalidades para pruebas muy personales donde conocer cuáles son las posibilidades de semejante máquina cuando los límites de adherencia son la única diferencia entre la trazada perfecta y las excursiones por fuera de pista.
Cuando los límites y reglas desaparecen
1,2,3,4… y así hasta más de 40 vueltas sacando el máximo del Ferrari 458 Speciale en esta primera tanda de contacto. La sensación tras rodar al límite es común entre los pocos que estamos invitados, el comportamiento en curva es soberbio a merced del nuevo sistema SSC – Side-Slip angle Control – estrenado en absoluta primicia por el Speciale. Esta tecnología derivada directamente de la experiencia en Fórmula 1, realiza el control sobre la guiñada del vehículo brindando al conductor un paso por curva endiablado sin encontrar restricciones de ningún tipo por parte del control de estabilidad o de la suspensión.
Desde el muro de la recta de meta, y recuperando el aliento tras mi turno al volante, observo en la lejanía como los frenos carbocerámicos firmados por Brembo adquieren el peculiar abanico de colores que exige el ir realmente rápido con el velocímetro por encima de los 270 Km/h cuando una horquilla se te viene encima a menos de 100 metros. Nadie se anda con medias tintas a la hora de exigir el máximo a este cavallino, y por supuesto yo no voy a ser quien ponga la nota discordante. A pocos minutos de enfundarme en el backet de nuevo me convenzo de que todavía se puede forzar más, y más, y más…
Las vueltas se suceden y tras cada nuevo giro consigo mejorar mi anterior marca. Cada curva digerida me sirve para creer que todavía puedo frenar más tarde y que a la salida puedo trazar a mayor velocidad sin temor a que la trasera cambie diversión por miedo. Es un día para disfrutar entre amigos con uno de los juguetes más exquisitos del mercado, pero una vez que doy gas a fondo, es imposible no tomarme esto como una carrera donde ser segundo es el mayor de los fracasos.
Me señalan desde el muro que es turno de bajar el ritmo para dar un respiro al conjunto antes del cambio de piloto, lejos de apaciguar a este purasangre, me hago el sueco hundiendo aún más el pie en el acelerador y dejando atrás la salida a boxes para afrontar un nuevo giro al trazado con la convicción de que sea mi mejor vuelta.
Ascari es un circuito exigente, un trazado donde los errores se pagan caros dando por perdida la vuelta lanzada. Trece curvas a derecha y trece curvas a izquierda que requieren decisión en cada acometida y nada de titubeos al exprimir los 605 caballos del V8 más potente jamás fabricado por los artesanos de Maranello.
La velocidad en la que la transmisión acomete las órdenes, apenas 60 milisegundos, es la que se confirma como la pieza clave y fundamental en un planteamiento técnico envidiable. Los cambios se realizan a 9.000 revoluciones por exigencias del guión y con dos escapes bramando a pleno pulmón. La electrónica trabaja fiel a mis órdenes, muy pocas veces he disfrutado de un cambio tan rápido y menos aún he visto una electrónica tan obediente cuando se trabaja al límite.
No me preguntéis qué elemento del apartado técnico es el mejor, pues encontrar una única respuesta me resulta tan complejo, que comienzo a pensar que el equilibrio conseguido no es fruto de la casualidad. El giro del V8 enamora, su paso por curva seduce, pero es que su efectividad consigue dejarte sin palabras y con muchas ganas de más.
Frente al Ferrari 458 Italia, la variante Speciale goza de un tren delantero con mayor aplomo y más comunicativo en tanto a reacciones, especialmente a la salida de las curvas. La aerodinámica activa implementada en este punto es fundamental para conseguir dicha mejora. Por otro lado el carácter extremo impreso en el Speciale se extrae de una reducción de peso de 90 kilogramos con un tren posterior con más raza cuya doma recae en el magnífico sistema SSC que consigue brillar con luz propia.
En el apartado de confort perdemos algún punto, lógico estando ante el genuino heredero de los Challenge Stradale o Scuderia, pero su mejora en rendimiento hacen despreciable cualquier guiño a una posible mejora en aspectos secundarios a la conducción. Lo sentí la primera vez que me puse a los mandos del Ferrari 458 Speciale, y tras rodar en Ascari me reitero, a mi derecha existe demasiado espacio para un acompañante que por mí no sería otro que el extintor ya presente y un mayor tanque de combustible. La sola presencia de fibra de carbono, aluminio y alcántara es demasiado bella como para pensar en más aditamentos y florituras.
Tras una mañana dedicada al aprendizaje y una tarde empleada en la mejora constante, el Ferrari 458 Speciale luce en su silueta una dura jornada de trabajo con múltiples pinceladas de la goma que atesora la pista. La relación entre este Ferrari y un servidor ha entrado en una nueva fase, la locura del primer flechazo se ha convertido en una pasión fuera de toda lógica.
El Ferrari 458 Speciale ha nacido por y para deleitar a sus usuarios en circuito. Su razón de ser, la búsqueda del límite en las sensaciones al volante, encuentra su sentido fuera de cualquier trazado convencional y toda cordura a tráfico abierto. Ser la referencia de un mercado tan sumamente competido no es una tarea nada fácil, pero este Ferrari lo es por méritos propios y defendiendo la esencia de la auténtica deportividad, esa deportividad tan desvirtuada en los últimos tiempos en manos de otros fabricantes, pero cuyo verdadero sentido sólo es posible entender a través de la historia y las vivencias surgidas a pie de pista.