¿Cómo puede ser que uno de los mejores Porsche de la historia no pertenezca a la saga 911, o tan siquiera haga uso de una mecánica bóxer? A veces la vida nos regala sorpresas, y Porsche es una de esos fabricantes que de tanto en tanto decide dar carta blanca a sus ingenieros para crear el mejor coche del mundo. Definir el Porsche Carrera GT como uno de los mejores superdeportivos que se han construido, sea quizás decir demasiado poco por todo cuanto supuso la llegada de esta criatura de Porsche al mercado.
No instalaba control de estabilidad, y por ello el Porsche Carrera GT era uno de los grandes superdeportivos del momento, además de uno de los más temidos en las afrentas en circuito. Porsche nunca ocultó que el Carrera GT no era otra cosa que una máquina de competición llevada al mercado, y por ello había que hilar muy fino en todas las decisiones que se tomaran a sus mandos. Para hacernos una idea del carácter salvaje del Porsche Carrera GT, sólo hace falta echar un vistazo al pasado de este modelo para descubrir como el Carrera GT no es más que la evolución de un programa de competición para Le Mans que no llegó a cuajar por caprichos del destino.
Para marcar un punto de inicio, comenzaremos con el asombroso Porsche 911 GT1, específicamente con su todavía más interesante versión Porsche 911 GT1 Strassenversion. Este sueño sacado de la experiencia y tecnología de Porsche desarrollada para los campeonatos FIA GT se trataba de un coche de carreras llevado a la calle, nada de esos experimentos que imaginan un embrión de coche de calle capaz de rodar en carrera, era un coche de carreras de verdad.
Las 25 unidades fabricadas del Porsche 911 GT1 Strassenversion llevaron a los clientes de Porsche una de las experiencias más radicales conocidas hasta la fecha, permitiéndoles revivir en el día a día la victoria cosechada por este modelo en las 24 Horas de Le Mans de 1998.
Porsche Carrera GT: inspirado en Le Mans
Si ha de existir un coche capaz de lucir con orgullo la etiqueta de coche de carreras matriculable, ese no es otro que el Porsche 911 GT1 Strassenversion… aunque eso sí, con el permiso del McLaren F1 GTR y el Mercedes CLK GTR.
Tras el proyecto GT1, Porsche estaba decidida a triunfar en las categorías LMP de Le Mans con un proyecto sumamente ambicioso. Sin embargo, la situación económica de Porsche iba por otro camino que le obligaba a tener en cuenta nuevas variables para afianzar su futuro como constructor. Los números de Porsche durante los años ‘90 comenzaban a destapar la necesidad de llevar a su gama comercial un nuevo modelo superventas, un modelo capaz de mantener el resto de sus actividades deportivas junto a modelos como el 911. El germen del Porsche Cayenne ya había comenzado a echar raíces.
- – Coche de carreras
- – No hay ayudas a la conducción
Puntos negativos
- – El Porsche 911 GT1 es aún más radical y exclusivo
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Un cambio de etapa comenzaba en Porsche con las negociaciones con el Grupo Volkswagen para fabricar de forma conjunta un SUV de altas prestaciones. La necesidad de Porsche de encontrar un socio le obligó a ceder en numerosos aspectos para llevar a buen puerto esta empresa, tanto que Porsche tuvo que renunciar al programa de desarrollo de su esperado prototipo para LMP, el cual además ya se encontraba en una fase muy avanzada de evolución.
El conocido como Porsche 9R3 o LMP2000, cuyo desarrollo y programa de pruebas nunca ha sido confirmado del todo por Porsche, estaba destinado a continuar las victorias de los Porsche 911 GT1. Pero el Grupo Volkswagen tenía un objetivo, y ese no era otro que aprovechar el acuerdo con Porsche para llevar a Audi a los primeros puestos de Le Mans, plantando así la semilla que ha llevado a Audi a firmar nada menos que 13 victorias en categoría LMP1 desde el año 2000.
Mientras Audi se nutría del equipo y cuerpo técnico que llevó a cabo el desarrollo del nuevo Porsche para LMP1, el Porsche Cayenne se convertía en una realidad, y Porsche decidía quitarse la espina clavada de su fallido programa de competición creando su mejor superdeportivo. Recogiendo numerosos detalles del proyecto Porsche 9R3, el Porsche Carrera GT cobraba vida en el Salón del Automóvil de Ginebra allá por el año 2000. Era tan sólo un prototipo, sumamente adelantado a su tiempo, mostrando al mundo como aspectos comunes en competición como el uso masivo de fibra de carbono o suspensiones de tipo push-rod comenzaban ya a reclamar su sitio en los vehículos de calle.
El Porsche Carrera GT tenía que haber sido aún más radical, de hecho en sus primeros pasos su unidad de propulsión no era otra que un V6 Turbo adaptado del programa de Le Mans. Finalmente no fue así, y es que en Porsche se tomaron su tiempo para rizar el rizo con una unidad de propulsión diseñada para Fórmula 1, pero que después sería empleada en exclusiva para el Carrera GT con 10 cilindros en V a 68º y una cilindrada de 5,5 litros para el prototipo y 5,7 litros para el modelo de calle.
En una longitud de 4,61 metros, el Porsche Carrera GT escondía un chasis desarrollado para conquistar Le Mans y un propulsor V10 de Fórmula 1 que, en directo y doy buena fe de ello, emite un sonido que nadie ha vuelto a igualar. Sencillamente espectacular.
Tomando como punto de partida el diseño de la barchetta de Le Mans, el Porsche Carrera GT partía de un monocasco de fibra de carbono unido a dos subchasis fabricados en aluminio, acero para la estructuras de deformación y fibra de carbono. Su motor, ubicado en posición central trasera y con tracción sobre el tren posterior a través de un cambio manual de seis relaciones, alcanzaba una potencia máxima de 612 CV a 8.000 revoluciones.
Presentado en 2003, y de nuevo en el Salón del Automóvil de Ginebra, la versión de producción se daba a conocer con un carácter sumamente exclusivo por lo avanzado de su técnica y por su concepción como vehículo de carreras. A pesar de ello, Porsche fabricó nada menos que 1.270 unidades de este espectacular biplaza en el periodo de 2003 a 2006.
El Porsche Carrera GT era extremadamente rápido. Su velocidad máxima superaba los 330 Km/h, mientras que para el 0-100 Km/h tan sólo necesitaba 3,9 segundos. Mejor todavía eran los 9,9 segundos que empleaba para alcanzar los 200 Km/h desde parado. Como buen coche de carreras, el desarrollo del Porsche Carrera GT siempre primó la estabilidad y agilidad por delante de la velocidad pura y dura. Para ello carenó la totalidad de los bajos del coche, incorporó un difusor trasero que consiguiera generar efecto suelo e integró un alerón trasero móvil capaz de desplegarse a partir de los 120 Km/h para incrementar la carga sobre el tren trasero.
Algunos de sus detalles más característicos los encontramos en la introducción de soluciones muy poco habituales en coches de producción de la época. En el diseño del propulsor V10, se buscó ofrecer una longitud lo más reducida posible gracias a la sustitución de camisas húmedas por un nuevo tratamiento de Níquel y Silicio, consiguiendo que la distancia entre cilindros se redujera de forma considerable. Empleando lubricación por cárter seco y un nuevo mecanismo y compuesto para el accionamiento del embrague cerámico, se emplazó el cigüeñal lo más cerca del suelo posible, rebajando considerablemente el centro de gravedad del coche. El peso del Porsche Carrera GT era de apenas 1.380 Kilogramos.
El tren de rodaje contaba con frenos carbocerámicos y pinzas de ocho pistones para el tren delantero y cuatro pistones para el tren trasero. Como parte de la puesta a punto y concepción única del Porsche Carrera GT, la firma de Stuttgart encargó a Michelin el desarrollo de un juego de neumáticos exclusivo, calzando al Carrera GT con neumáticos 265/30 R19 para el eje anterior y 335/30 R20 para el eje posterior. Las llantas eran de aleación de magnesio, estrenaban un nuevo proceso de forjado y sólo podían adquirirse en diseño monotuerca.
Porsche 918 Spyder: el gran reto de ofrecer relevo
El Porsche Carrera GT tiene relevo, y ese es el Porsche 918 Spyder. Aunque en su diseño exterior el 918 Spyder homenajea la estética del Carrera GT, sus planteamientos no podrían ser más diferentes. Mientras el Porsche Carrera GT huía de toda asistencia a la conducción buscando la pureza del auténtico coche de carreras, el Porsche 918 Spyder da un giro de 180º para llevar a su conductor a una experiencia donde técnica y tecnología son capaces de transformar la fiera más indomable en una mansa montura para circular con total silencio y sin emitir un solo gramo de CO2.
Mejor… peor… es difícil asignar etiquetas al Porsche 918 Spyder sin recordar todo cuanto consiguió el Porsche Carrera GT como superdeportivo de una época que nunca jamás volverá. Los 886 CV del Porsche 918 Spyder parecen humillar los 612 CV del Porsche Carrera GT, y más cuando sus dos propulsores eléctricos le permiten homologar nada menos que 3,1 l/100 Km. “Parecen” he dicho.
Son tiempos distintos, y ésto lo digo con profunda nostalgia, pero la realidad es que los superdeportivos que vencen dentro y fuera de las carreras ahora son híbridos y presumen de tecnología más que de historia. A pesar de ello, el Porsche Carrera GT siempre será recordado como el Porsche que fue creado para vencer en las 24 Horas de Le Mans y que, por caprichos del destino, se convirtió en el punto y final a una época dorada donde solo la pericia al volante marcaba las diferencias.