¿El nuevo Mercedes-AMG GT nos gusta? Sí, y mucho de hecho, pero esto no quita que el nuevo deportivo de Mercedes nos deje serias dudas de por qué Mercedes se resiste a fabricar un superdeportivo capaz de rendir honores al Mecedes SLS AMG, en lugar de aventurarse en una nueva parcela donde el Porsche 911 reina con mano de hierro, aunque ahora tenga que vérselas con un no menos respetable Jaguar F-Type. Pese a que lanzar el Mercedes-AMG GT supone toda una declaración de intenciones en el mercado, somos muchos los que nos preguntamos dónde está el auténtico sustituto del Mercedes SLS AMG, modelo que a su vez intentó dar relevo al todavía más único y prestacional Mercedes SLR McLaren.
Cuando conocimos el Mercedes SLR McLaren (5.5 V8 compresor con hasta 650 CV), algo cambió en nuestra percepción para con Mercedes-Benz, y es que la alianza germano-británica hacia tambalear los cimientos del segmento donde Lamborghini, Ferrari y compañía se las prometían fáciles. El SLR era puro carácter, y de su planteamiento se extraía fácilmente un espíritu deportivo más aprovechable en circuitos que fuera de ellos. Era temperamental, un coche único, y que además se hizo todavía más especial al servir como punto de partida para las ediciones 722 y Stirling Moss.
Pero el SLR tenía fecha de caducidad, en especial tras los conflictos de intereses que se vivieron entre McLaren y Mercedes a pie de pista. Hubo un tiempo en el que se especuló con un segundo modelo a partir de esta colaboración, pero todo quedó en nada y Mercedes comenzó el desarrollo de un modelo bajo la supervisión de AMG, mientras McLaren sacaba pecho de su nueva etapa como constructor independiente. Eran nuevos tiempos, la fraternidad ya no existía y cada firma quería recorrer su propio camino.
Con McLaren fuera de la ecuación, Mercedes no tardó demasiado tiempo en imaginar un digno sucesor del mítico alas de gaviota. Era el momento perfecto, tenían la capacidad suficiente para llevar a cabo este proyecto y gozaban de una de las mejores inspiraciones. El resultado fue el Mercedes SLS AMG (6.3 V8 atmosféricos con hasta 631 CV), un modelo que cumplía en múltiples facetas, pero que no destacaba en ninguna de ellas. El nuevo superdeportivo de la estrella de tres puntas era perfecto sobre el papel, pero en marcha mostraba maneras de gran turismo, obligando a esperar a la especificación Black Series para encontrar ese punto extra.
Cuenta la leyenda que en los comienzos del proyecto para dar vida al SLS, Daimler tomó una decisión controvertida y nunca justificada o confirmada. Daimler y Chrysler todavía compartían casa, y parece que los ingenieros de Mercedes-AMG quedaron maravillados con el chasis de aluminio del que conocemos ahora como Dodge Viper SRT, ese norteamericano que emplea un V10 de 8.4 litros. Este hecho parece que sentó las bases del carácter del SLS, gozando de una trasera ágil y dosificable a golpe de acelerador heredada de los chicos de SRT, un sobresaliente propulsor atmosférico desarrollado por AMG, pero con una puesta a punto del conjunto muy Mercedes primando el confort sobre el máximo rendimiento. ¿Acaso el SLS no era deportivo? Sí, pero nunca supo camuflar ciertos matices de Gran Turismo. El nuevo Mercedes perdía a McLaren, y al mismo tiempo su carácter radical.
No seré yo quien dude del Mercedes SLS AMG como deportivo, de hecho lo considero como uno de los mejores de su momento, pero en esencia no podía catalogarse como sustituto natural del Mercedes SLR McLaren. En pocas palabras, Mercedes había decidido apostar por un enfoque diferente al de los superdeportivos, y aquí no sólo me ciño a valores de potencia, aceleración o velocidad…
Así llegó el momento en el que el Mercedes SLS AMG tenía que pasar a mejor vida, desvelando Mercedes que el nuevo deportivo de la estrella de tres puntas sería más AMG que nunca. Todo volvía a parecer perfecto, pero entonces se descubrió que el nuevo proyecto bajaba otro peldaño en cuanto a aspiraciones, señalando al Porsche 911 y al Jaguar F-Type como sus rivales a batir. Definitivamente, en Mercedes habían dado carpetazo a la idea de fabricar un superdeportivo a la altura de los Ferrari F12 Berlinetta, Lamborghini Aventador y compañía, ese deportivo que sería el verdadero sucesor del SLR McLaren.
Los número del nuevo Mercedes AMG GT hablan de diversión: hasta 510 CV, 3,8 segundos para el 0-100 Km/h, 650 Nm para único castigo del tren trasero… algo que nos gusta escuchar tras haber comprobado de primera mano como se las gasta el Jaguar F-Type. Al mismo tiempo nos ofrece la fórmula perfecta de un coche creado por y para este nuevo segmento, bien definido y ubicado frente a sus rivales. Lo peor y lo mejor del Mercedes-AMG GT es que sigue echando en falta a un hermano mayor, una máquina que lleve a un peldaño superior todo cuanto afirma poseer el nuevo AMG GT bajo sus entrañas. Mi más sincera enhorabuena AMG por tu último deportivo, pero queremos más y sabemos que puedes darnos más.
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