A mediados de los años ochenta, Martin y Friedhelm Wiesmann se sentían realmente decepcionados con los deportivos de la época. Los hermanos Wiesmann eran auténticos entusiastas de los deportivos y la velocidad y acudían fieles a los salones del automóvil en Alemania, en los que tan solo podían constatar que ese deportivo pasional, de estética clásica y tecnología moderna que ellos buscaban, sencillamente no existía.
Fueron años de glamour y excelencia para los superdeportivos, Porsche 959, Lamborghini Countach, Ferrari 288 GTO, grandes máquinas que aún así no lograban satisfacer la búsqueda de los Wiesmann de un concepto de deportivo primario y más modesto que los purasangres de aquellos años, la esencia de los años 50 y 60, del Porsche 356, de ilustres británicos como los Austin Healey, los Jensen 541, los Sunbeam Tiger o, sin ir más lejos, el propio E-Type.
Esa fue la llama que encendió los ánimos de Martin y Friedhelm que, ni cortos ni perezosos, se dispusieron a desarrollar su propio deportivo en el garaje de casa. Aquel primer prototipo sería toda una declaración de intenciones, un roadster biplaza esbelto, pero de trazos muy sencillos, una imagen que en casi tres décadas apenas ha cambiado. Sin ir más lejos, los Roadster siguen siendo los modelos más demandados de Wiesmann y la inmensa mayoría de los casi 1.600 deportivos que han fabricado desde entonces siguen siendo descapotables.
De comercializar techos rígidos (hardtop) para modelos de BMW, Wiesmann pasó a fabricar sus propios deportivos. Del taller improvisado en un sótano, se pasó a una pequeña fábrica y de aquel centro de producción primigenio se trasladarían en 2008 a sus impresionantes instalaciones en Dülmen, muy cerquita de la ciudad alemana de Münster que, irónicamente, ostenta el récord de ser el paraíso para el ciclista (el tráfico en bicicleta supera con creces al de los automóviles y hay más bicicletas en circulación que habitantes). Aún así, Wiesmann no tardaría en convertirse en uno de los orgullos de la región.
Los hermanos Wiesmann creyeron que en el Siglo XXI habría sitio para el deportivo del siglo pasado
Wiesmann entendía sus deportivos como la personificación del reptil que se adhiere con firmeza a la superficie del asfalto y por esa razón adoptaron como mascota y emblema al geco. De hecho si echamos un vistazo a la planta de su fábrica, nos percataremos de que el arquitecto que trazó su silueta, intentó que – más allá de la funcionalidad – la cúpula frontal se asemejase a un inmenso geco con la boca abierta para facilitar el acceso de curiosos y clientes. ¿Qué otra marca de automóviles puede presumir de tener una fábrica con forma de lagarto?
Esa originalidad, esa pasión por el detalle, la individualidad y la artesanía, pudo costarle muy cara a Wiesmann. Este mismo año la marca atravesó un momento muy delicado. En verano se declaraba la bancarrota y, tras la designación de un administrador, aparentemente se habría logrado salvar la situación y retomar la producción que durante los últimos meses estuvo detenida. Es una época complicada para toda la industria, pero aún más para un constructor con una capacidad de apenas 200 coches al año, cada uno de los cuales requiere más de 350 horas de trabajo y un proyecto de personalización y detallado que a veces se prolonga durante varios meses.
Poco a poco vamos entendiendo como funciona Wiesmann y la razón por la cual sería realmente difícil encontrar una marca que pudiera asemejarse mínimamente a su filosofía, posiblemente los británicos Morgan Motor sean el ejemplo más socorrido y el espejo en el que se miren estos alemanes. Tuvimos ocasión de trasladarnos hasta Dülmen, hace apenas un año, donde Wiesmann nos abrió las puertas de su casa y sus responsables nos invitaron a conocer el trabajo de una marca totalmente desconocida por todos, incluso por muchos entendidos del mundo del motor.
La esencia del deportivo alemán al más puro estilo británico
El cliente que escoge un Wiesmann generalmente ya tiene otros deportivos de renombre en su garaje. Definitivamente no busca prestaciones punteras, salvo el reducido porcentaje de compradores que opta por los GT MF4-CS y GT MF5. Hablamos de un cliente que busca un coche para el fin de semana, para salir a pasear, disfrutar de la carretera y el paisaje y del hecho de vestir una camisa de sastrería, tejida por encargo y con sus iniciales, de la cual siempre se sentirá orgulloso. Un Wiesmann es un deportivo fabricado a capricho.
Decir que un Wiesmann Roadster es un descapotable de paseo, por otro lado, sería realmente injusto. Hablamos de deportivos con el corazón de los mejores BMW de los últimos tiempos y por ende, máquinas dignas con Altas Prestaciones. Lo cual nos hace reflexionar sobre si sus prestaciones son el fin buscado o la consecuencia de una mezcla perfecta, la del biplaza musculoso con un bastidor de acero galvanizado y motores de seis y ocho cilindros de BMW. Indiscutiblemente un Wiesmann es garantía de diversión y el coche perfecto para quemar adrenalina, aunque en cualquier caso la filosofía del Roadster vaya encaminada por otros lares.
El Wiesmann por excelencia sigue siendo el Roadster y esa fue precisamente nuestra elección cuando nos ofrecieron la ocasión de disfrutar de una prueba de conducción en un aeródromo cercano a sus instalaciones. Hasta hace unos años te podías llevar a casa un Wiesmann por menos de 90.000 euros, aunque la exquisitez del cliente hacía que estos invirtiesen en muchos casos decenas de miles de euros en su personalización y en costosos extras. Recordemos que en la factoría de Dülmen y, salvo los motores que se adquieren a BMW, se supervisa todo el ensamblado y construcción del vehículo, desde el chasis hasta los tapizados.
Una referencia interesante del Wiesmann que nos podríamos llevar hoy en día, con una gama que se diversifica en los MF4 y MF5 (GT – coupé – y Roadster) es el MF4-S, con motor V8 atmosférico de 3.999 cm3, 420 CV de potencia y el precio de un Porsche Carrera S Cabriolet. Su silueta enamora y su habitáculo nos invita a disfrutar de un agradable paseo en un clásico moderno, aunque tomar asiento requiera un ejercicio de contorsionismo.
A bordo nos recibe un salpicadero completamente revestido de piel noble y un despliegue de relojes que nos dejan atónitos, aunque el elemento más práctico y funcional siga siendo un sencillo cuadro de mandos digital situado tras el volante. Resulta realmente complicado no caer rendido ante los encantos de un Wiesmann Roadster.
Estamos de acuerdo en que Wiesmann se caracteriza por fabricar ese Roadster que todos cuidaríamos con mimo y por el que estaríamos deseando que llegase el viernes para salir a pasear y disfrutar de la conducción a cielo abierto, distando mucho del coche de kit con motor V8 que pide a gritos que pisemos el acelerador a fondo y encadenemos curvas sin parar y hasta que las ruedas traseras nos digan “hasta aquí hemos llegado”.
Un Roadster con el corazón de un BMW M3 no puede decepcionar a nadie
Pero ¿alguien duda de las posibilidades de un descapotable biplaza con el motor del, desde hace unos días, antiguo BMW M3? El Wiesmann Roadster MF4-S que probamos se ofrece de serie con cambio manual, el que para muchos casará mejor con la filosofía de este deportivo tan pasional. En cualquier caso, el cambio de doble embrague y siete relaciones con levas en el volante opcional, el que probamos nosotros, nos resultó exquisito por lo efectivo que resulta cuando queremos ir realmente rápido y, por supuesto, para viajar con todo el confort en modo automático. Recordemos una vez más que el espíritu de este Roadster va más encaminado hacia el disfrute del paseo descapotado que a sentir la presión en el cuello de intensas fuerzas G laterales.
El modelo que catamos tarda 4,4 segundos en realizar el 0 a 100 km/h, cifras similares a las de un BMW M3 E90 Coupé. Dios nos libre de sentenciar a un deportivo por su capacidad de aceleración, aunque sinceramente esperábamos algo más de un biplaza como este, aparentemente ligero y con la tracción de los Pilot Super Sport de 245/45 que calza en llantas de 18”. El Wiesmann Roadster MF4-S homologa 1.620 kilogramos en orden de marcha.
En cualquier caso, sus cifras siguen siendo más que suficientes para saciar nuestras ansias, para pegarnos al respaldo, para hacernos sudar goterones fríos con su zaga rebelde y para conquistarnos con su ensordecedor rugido. Pensemos que hasta hace poco algún modelo se comercializaba sin control de tracción. Pero a día de hoy este Wiesmann no tiene tanto que envidiar a cualquier deportivo de altos vuelos, incluso podremos optar (por cerca de 15.000 euros) a unos exquisitos frenos cerámicos.
La catarsis del deportivo para circuitos llegó con el Wiesmann GT MF4-CS
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Entonces nos comenzamos a preguntar qué pasaría si Wiesmann nos ofreciese un deportivo en el que el aligeramiento hubiera sido una verdadera preocupación, con más potencia y con techo, porque solo lo queremos para salir de “marcha” por nuestras carreteras favoritas y rodar y rodar en circuito hasta llegar a boxes con la lengua fuera. Y la respuesta de Wiesmann nos llegó con los GT y más concretamente con el último Wiesmann GT MF4-CS presentado este año, una versión pensada por y para los circuitos.
De la elegancia y exclusividad del resto de sus modelos y de los tapizados nobles y el tratamiento casi de orfebrería, se pasó al toque espartano del símil Alcantara, a la jaula antivuelco y el extintor, a la fibra de carbono y el aluminio visto y la eliminación de cualquier elemento superfluo que no contribuya a ganar velocidad y diversión en circuito. Sin equipo de sonido, sin GPS, sin aire acondicionado. Esta sí que es la esencia de los verdaderos deportivos
Wiesmann comercializa los GT MF4 y el GT MF5, que son más modestos, pero el capó alargado al más puro estilo E-Type y la silueta digna de un Morgan Aero Supersport, alcanzan su máximo esplendor en esta bestia con llantas de 19” y un generoso alerón que nos recuerda que este león se ha escapado del circo, que su hábitat natural no está junto a otros turismos mundanos, ni tan siquiera con sus hermanos los Wiesmann Roadster.
Tras la crisis del histórico verano de 2013, Wiesmann se recupera y tendremos lagartos para rato. La producción sigue y el geco sobrevive, el que se propuso desde Westfalia rendir homenaje al espíritu de la Gran Bretaña y recordarnos que en el Siglo XXI aún hay sitio para la clase y las tradiciones de antaño, ¿no crees?
Nosotros seguiremos soñando con reencontrarnos con Wiesmann y quien sabe si para entonces con un seis cilindros en línea como el que estrenarán los nuevos BMW M3 y BMW M4 Coupé.