El Audi R8 es sin lugar a dudas uno de los superdeportivos favoritos del equipo de Diariomotor por su fórmula secreta para combinar altas prestaciones y usabilidad. Un coche cuya segunda generación recibe ahora su primera revisión y de la que ya hemos dado cuenta. Ponemos a prueba el Audi R8 2019 en su versión Performance quattro de 620 CV, pero además lo hacemos en un escenario único como es el circuito de Ascari, un lugar “mágico” donde dar alas a lo mejor que sabe fabricar Audi Sport a día de hoy.
Recuerdo que fue también en un circuito, en Montmeló para ser más exactos, donde probamos el Audi R8 de segunda generación tras ser presentado. En aquella toma de contacto certificamos que el R8 reeditaba esa idea de «el superdeportivo imposible» para ofrecer una importante mejora en rendimiento buscando ser una alternativa muy real a modelos como el Lamborghini Huracán o el Ferrari 488 GTB. Los prejuicios desaparecían y el R8 maduraba para demostrar que la deportividad también era cosa de ellos.
Salimos de aquel circuito con la certeza de que Audi Sport, por aquel entonces quattro GmbH, había hecho francamente bien los deberes, sin embargo echábamos de menos algo más de carácter en su trasera, algo que llegó después en forma de una herejía muy aplaudida bautizada como Audi R8 RWS. Ahora, a punto de finalizar el año 2018, Audi Sport sigue evolucionando el concepto original del R8 en su versión quattro, retocando de forma muy sutil su esencia para seguir luchando con lo más laureado del mercado firmado por Ferrari, Lamborghini, McLaren y Porsche.
El Audi R8 2019 se nos presenta en dos nuevos “sabores”. Audi Sport ha revisado el propulsor 5.2 V10 atmosférico para desarrollar ahora 570 CV y 620 CV en las versiones R8 quattro y R8 Performance quattro respectivamente. Esta revisión llega acompañada de una nueva homologación en materia de emisiones que ha traído filtros antipartículas, manteniendo eso sí el carácter y melodía de este excepcional motor. Solo hemos echado en falta el escape deportivo que antes podía acompañar a este propulsor, un sistema que con su activación hacia ganar tono y contundencia a los diez cilindros, además de regalarnos un festín de explosiones y petardeos en cada cambio de marcha. La ausencia de este escape viene motivada por la llegada de los FAP, aún así conservamos un sonido cautivador y de muy buen volumen.
En materia de grupo motopropulsor los cambios acaban aquí, viéndose acompañados de una revisión de la electrónica para mejorar el funcionamiento de las ayudas, especialmente conduciendo en modo “Performance” que es cuando sacamos la quinta esencia del R8. Encontramos un sistema de frenos revisado, y lo cierto es que en pista sí que notamos un mejor tacto, pero la gran novedad es ahora el comportamiento de su tren delantero, un eje que mejora notablemente su trabajo a través de una nueva estabilizadora en carbono heredada de los R8 LMS (opcional), una suspensión recalibrada y una dirección deportiva de asistencia variable que mejora de forma notable el feedback del volante. Audi Sport ha revisado a fondo el eje delantero para que el coche pierda subviraje y mejore su vínculo con el conductor, algo muy de agradecer ya que siempre ha sido uno de los puntos mejorables en el R8. Más directa, más obediente y más comunicativa, así es la dirección del nuevo R8.
Y hablamos con conocimiento de causa, pues la jornada de pruebas que nos tocó no podía presentarse más complicada. Lluvia constante en un Ascari con ríos cruzando de lado a lado de la pista en más de un punto crítico. A priori podría hablarse de unas condiciones poco favorables, pero para un servidor la verdad es que el plan, así, se presentaba más interesante, una oportunidad única para activar el modo Performance en el volante del R8 y girarlo después para seleccionar el modo “Wet”. Ahora, el Audi R8 tensaba sus músculos para dar lo mejor de sí en una calibración heredada directamente de las carreras, sin apenas ayudas, pero con una electrónica trabajando al 200% para hacer brillar la tracción total quattro.
Bandera a cuadros y pisamos el acelerador a fondo. Salimos disparados. El V10 sigue sonando de forma celestial, pero lo que de verdad impresiona es lo mucho que empuja. Desde parado hemos salido catapultados para meternos en la primera curva con un ligero sobreviraje, vamos a tentar, y el R8 nos descubre ese primer guiño de carácter de forma sutil y noble marcándose una deslizada de atrás. Nos lo vamos a pasar bien bailando bajo la lluvia. Encaramos la primera recta a fondo con decisión, apurando la frenada y los 620 CV son domados sin problema, el tren delantero muestra su mejoría claramente y el cambio de trayectoria se produce con esa mejor precisión.
Mantenemos el ritmo para ir calentando gomas y frenos, hay zonas donde el agua cruza toda la pista. Pero para nuestra sorpresa no hay falta de grip, el R8 solo reclama ser más suaves con la dirección, pero en ningún momento hay muestra de dudas por parte del coche. Poco a poco subimos el ritmo para poner al R8 contra las cuerdas, apareciendo las primeras derrapadas y la necesidad de jugar con las inercias, pero el R8 sigue brillando. No hay excesos, tampoco nervios en la trasera o cabezonería en el eje anterior, el R8 fluye de forma dócil y siempre con una sensación de control elevadisima. Traza casi tan bien como en seco, y eso amigos es decir mucho, pues en una pista como hoy ya os adelanto que es imposible imponer este ritmo con sus rivales.
Tras completar varios turnos a los mandos del R8, incluso rodando de noche, acumulo un buen puñado de sensaciones que además se han visto acompañadas de una evolución constante en coche y pista al despejarse el cielo por unas horas. Ha sido un gran día para conocer el R8 en todos sus registros. No tengo la menor duda, el Audi R8 2019 sigue siendo fiel a su receta, pero del mismo modo consigue ser aún mejor con esa evolución constante que está llevando a cabo Audi Sport. ¡Chapeau!