Hace un año le escribía a Juanma para sugerirle que se viniera conmigo a una sesión de fotos con un BMW M4 Coupé (Exprimiendo un chasis espectacular a golpe de toneladas de par: BMW M4 Coupé a prueba). Juanma, amigo mío desde los 5 años, hacía fotografía de paisajes, de naturaleza, retratos… lo que no esperábamos es que aquella sesión nos llevaría a recorrer en un año miles de kilómetros buscando las mejores tomas para un buen puñado de coches. El Audi R8 en Lisboa, la desembocadura del Ebro con el Subaru WRX STI, el viaje con los Parrots entre Oporto y Lisboa con un Volkswagen Beetle Cabrio… y ahora un BMW M4 Cabrio. Un BMW M4 con sus 431 caballos listo para llevarnos desde Madrid a Córdoba, de Córdoba al desierto de Almería y a sus playas para culminar el viaje haciendo cumbre en Sierra Nevada. Hace un año pasábamos la noche en vela con el M4 Coupé, hoy partimos hacia el sur con el cabrio.
Finales de julio. El calor propio de estas fechas nos invita a conducir descapotados entre los ya crecidos campos de maíz mientras planificamos el viaje en el que pocas horas después nos veremos inmersos. Benditas noches de verano.
No me puede gustar más la combinación de esta unidad. Luce un espectacular tono gris azulado mate y el interior luce un llamativo cuero rojo que contrasta a la perfección con el suave tono de la carrocería. Perfecto. Bajo dos marchas con la leva izquierda, acelero, el bonito soplido metálico del 6 cilindros abronca la vega…
El despertador suena. El M4 me espera en el garaje. Meto rápidamente unas pocas camisetas y algún pantalón en una bolsa de viaje que casi no me dará tiempo a abrir y bajo con el resto de los bártulos al M4. Arranco y descapoto. No puedo evitar darle una ligera caricia al acelerador mientras el motor coge temperatura para escuchar el latir en frío de su propulsor.
Recorro unos escasos metros. Recojo a Juanma, cargamos todos los trípodes, flashes, las bolsas con las cámaras, repostamos y nos ponemos en marcha con el depósito lleno y unos cuantos enseres improvisados desde las estanterías de la estación de servicio. Selecciono la configuración más confortable y abordamos la carretera dirección a Córdoba.
El rodar del M4 en este modo es realmente cómodo. Muy bien aislado, un genial aplomo… en pocos segundos llegas a la velocidad de crucero con una suavidad que dista mucho de la firmeza de su lado más deportivo y apenas se notan diferencias acústicas con la versión coupé.
Un breve alto mientras desayunamos algo nos sirve para escudriñar su carrocería. El comentario sobre el tono de su pintura, a mitad de camino entre el mate y el perlado, es obligado. Le sienta fenomenal y resalta, desde una elegante perspectiva, esos trazos estéticos específicos de este modelo. Su agresivo paragolpes, el abultado capó, las branquias laterales perfectamente integradas con el nervio lateral…
Me confieso fiel a las capotas de lona. Me encantaría que este modelo tuviera una, al igual que el BMW Serie 2 Cabrio o el BMW Serie 6 Cabrio. Ambos me han demostrado ya su excelente aislamiento y estéticamente, a mi juicio, sientan mejor.
Esos retrovisores, las llantas, las ya icónicas 4 salidas de escape…
Me gusta y claro, más aún con ese encanto adicional de poder descapotar, de disfrutar sin techo alguno de la dinámica de este vitaminado BMW Serie 4. El coupé cuenta con una línea mucho más fluida, la berlina tiene el toque de esos pasos de rueda traseros de aspecto más musculoso, pero la experiencia con el cabrio es mucho más completa y prescindiendo de su capota, con el techo bien recogido en su maletero, la línea resultante es realmente atractiva, con ese nervio lateral definiendo a la perfección la cintura.
En su interior la fibra de carbono crea un idóneo contraste con el cuero rojo. Recorre el salpicadero, el túnel central…
El sello de la M, de BMW Motorsport, está bien presente en su reposapies, en el volante, en la palanca del cambio y los umbrales de las puertas y sobre el salpicadero yace la pantalla de su sistema multimedia, intuitivo y aderezado por ese extra que, siempre que tengo ocasión, elogio: el asistente personal.
Otro punto de obligada felicitación es su volante. BMW ha demostrado con los volantes de los M que se puede hacer un volante bonito aun con un airbag de por medio. El aro del volante tiene el mullido y grosor perfecto y las costuras con los colores de la división deportiva de BMW le sientan fenomenal.
Buenos ajustes y calidades, unas plazas delanteras confortables y unas traseras más que correctas incluso para un trayecto largo…
Presiono el botón encargado de plegar la capota (tarda 20 segundos) mientras salimos de la gasolinera. Estamos ya a sólo unos pocos kilómetros de Villa del Río, nuestra primera parada.
Villa del Río es el pueblo de Juanma. Aquí estaremos hasta el medio día antes de seguir nuestro camino hasta Almería. Enseguida se suceden las ideas de localizaciones para dar comienzo a la sesión de fotos. Una pequeña ermita, desiertas carreteras secundarias…
A los pies del Guadalquivir sentenciamos las primeras fotografías y pronto el sol nos castiga recordándonos que se aproxima el medio día. Decidimos dejar resueltas en estas carreteras sin tránsito alguno las instantáneas en movimiento de nuestra montura gracias a la ayuda de Juan Jesus, además de buscarle por primera vez en nuestro viaje las cosquillas al M4.
Con el botón M1 configurable del volante paso del modo más eficiente y confortable al más salvaje y desatado. Bajo un par de marchas con la leva izquierda y hundo el acelerador. Me encanta ese detalle de que, más allá de configurar la suspensión, la dirección… a través de los botones del puente central podamos predefinir modos de conducción en los botones del volante, en mi caso los dos extremos: uno con la suave entrega del propulsor en modo ECO y una configuración confortable y otro con la configuración más radical, incluidos los controles desactivados.
El bloque de 6 cilindros en línea, sobrealimentado y con 3 litros de cubicaje, nos catapulta con una aceleración espectacular. Todo un derroche de par que trabaja en perfecta sintonía con la rápida caja de cambios de doble embrague y que llega acompañado por una buena melodía que inunda rápidamente nuestro rojo habitáculo y todo el valle que estamos atravesando.
Lo que hace unos segundos era una suave dirección da paso a volante que transmite un buen peso y precisión con una suspensiones que de igual modo reduce el mínimo balanceo previo para devolvernos una gran firmeza. El chasis del M4 coupé me enamoro. Este no iba a ser menos y a pesar de que se nota ligeramente el peso adicional de esta versión me topo nuevamente con uno de los conjuntos más prometedores. Algo delicado de reacciones cuando coqueteas con el límite sí, pero que maravilla, digiere cada curva con una espectacular entereza. Me parece espectacular la parte ciclo de este coche.
Paro. Espero a Juanma y Juan Jesus que vienen en el coche de apoyo.
Qué patada, que sonido, que tacto de dirección, que buen trabajo por parte de las suspensiones… el motor está lleno de energía, empuja constantemente con una avalancha de par que hace que olvides por unos segundos la nostalgia atmosférica. Es una auténtica máquina de sensaciones… y para colmo podemos disfrutar de ella sin nada que medie entre nosotros y el cielo.
Sí, el chasis del coupé será más eficaz, pero qué demonios, este coche ofrece mucho más.
Atrás dejamos los campos de olivos, el roto asfalto de las carreteras secundarias de los alrededores. Paramos para un lavado rápido, demasiados mosquitos en el cristal. La hora se nos echa encima. Tenemos que decidir ya donde vamos a estar al atardecer para sacarle el máximo provecho de cara a las fotografías. Nuestra intención es estar en la costa para entonces.
Un buen plato de macarrones después, de esos de abuela y tras las despedidas de rigor dejamos atrás las adoquinadas y tranquilas calles de Villa de Río con ya un buen lote de fotos. Juanma las va revisando mientras encaro nuevamente la carretera. Hace poco más de una hora me enfrentaba a una carretera secundaria a un ritmo endiablado, con una firme suspensión, con una arrolladora entrega de potencia… ahora circulamos con un sosegado paso, bien amortiguado a pesar del áspero firme, con una confortable y cuidada atmósfera.
Soy fiel defensor de los coches con las concesiones justas. De los Lotus Elise, de los Morgan 3 Wheeler… pero hay que quitarse el sombrero ante la perfecta dualidad de este coche.
No estaba previsto en el plan meternos durante las primeras horas de la tarde en pleno desierto, pero en nuestro trayecto hasta la costa se cruzó Tabernas y sus espectaculares paisajes. La parada por tanto se había hecho ya obligada y con el tiempo realmente justo nos adentramos en esos salvajes escenarios en los que tiempo atrás se rodaron tantísimos western.
Cinco de la tarde. Julio, casi agosto. La banda sonora de nuestro 6 cilindros ha quedado prácticamente ahogada por el incesante chascarrillo de miles de langostas y nosotros buscamos ya las mejores localizaciones para la sesión mientras nos zambullimos en el seco polvo almeriense.
La inmersión en el desierto es brutal. Prácticamente sientes que estas en el californiano Valle de la Muerte, el calor es sofocante, el sol no perdona, el hilo musical de las langostas aumenta su intensidad, se te clava en las orejas. Caminos de tierra, pasos entre áridos montículos, antiguas señales prácticamente sepultadas por la arena… y de repente un vaquero montado a caballo. Juanma y yo nos miramos incrédulos por lo que está pasando… hasta que el vaquero en cuestión se presenta como actor de uno de los estudios que hay a nuestro alrededor y se confiesa fiel seguidor de la firma alemana mientras contempla cada detalle de nuestro M4 desde su caballo.
El sol empieza a afrontar un evidente descenso, nos despedimos del vaquero y nos damos de bruces con un espectacular oasis. Una última foto, un vídeo rápido del accionamiento de su capota y un breve paso por un lavadero, volvemos a la carretera con destino al Cabo de Gata y la intención de fotografiar al M4 al atardecer en los alrededores de Rodalquilar.
De la espectacular estampa de Tabernas a la luz del atardecer sobre el Cabo de Gata. Maravillosa Almería.
Los tonos marrones se suceden sobre la escasa vegetación, el mar de fondo define el horizonte de la fotografía y el M4 posa sobre la tierra del camino. Cae más la luz, se hace ya necesario el trípode. Llegamos al Playazo. Bien justificado el nombre. Apenas hay gente para alivio de mis temores. Tomamos la última foto con luz natural del día. Nos hemos ganado un baño.
Una temperatura perfecta, la carretera de Rodalquilar desierta. Conducimos descapotados en busca de un lugar donde cenar. Aún tengo un pequeño mapa de la zona dibujado en mi cabeza de mis veranos siendo un niño y pongo rumbo a la Isleta del Moro.
Vuelvo a engranar el modo Sport+ y de nuevo ese espectacular derroche de par, 550 Nm que van desde las 1.850 vueltas hasta las 5.500 rpm y que bien le valen a esta versión para alcanzar los 100 km/h desde parado en sólo 4.4 segundos. El sonido del propulsor rompe la paz del Cabo de Gata. De las prisas de la tarde por no perder ni un minuto de luz “buena” a una absoluta paz bañada por el espectacular cielo estrellado. El tiempo parecer haberse detenido ahora, aparcamos el M4 pegado a un antiguo hotel.
Paredes blancas y una calle principal que hace evidente el origen pesquero de esta pequeña población. Esa cuesta, directa al mar, rodeada de casas blancas y restos de apeos nos traslada por unos instantes a la Habana de El Viejo y el Mar. A pesar de las horas, cerca de las doce de la noche, nos preparan un arroz caldoso en un enclave inmejorable.
Anécdotas de viajes anteriores sobre la mesa, planes de próximas sesiones…
Una foto más y rumbo a Granda. La última foto del día será bajo las estrellas de Sierra Nevada.
Una pequeña carretera secundaria, más camino que carretera, nos lleva hasta los pies de Sierra Nevada. Ante nosotros se extiende toda esa espectacular maraña de curvas que llevan hasta la cima y que bien se conocen los desarrolladores de las marcas. Obviamente a estas horas no hay ni uno a la vista. La madrugada nos garantiza la tranquilidad del ascenso.
Nuestro crucero hasta la cima se enfila a 6.000 vueltas. Cada cambio de marchas nos pega al asiento al tiempo que los soplidos del sistema de sobrealimentación ganan protagonismo para acto seguido dar paso a unas notas más metálicas.
Confiados en nuestros virajes el BMW M4 vuelve a deleitarnos con esa grandiosa efectividad. Las suspensiones en su vertiente más deportiva pegan el coche a la carretera y los frenos trabajan con buena planta.
Son poco más de 100.000 euros de serie. Obviamente nuestra unidad se alza unos cuantos miles de euros por encima. Su pintura, el cuero… Se sitúa exactamente 10.000 euros por encima de la versión coupé y por ahora permanece sin alternativas directas mientras que esperamos a la llegada de un nuevo Audi RS5 Cabrio y un Mercedes-AMG C63 Cabrio.
El frío hace aún más evidente nuestra altitud. No podemos ascender más con el coche, es la hora de sacar el trípode, flashes y preparar la última foto. La idea es retratar toda la Vía Láctea junto al M4. Click. Es la hora de cerrar la capota e intentar descansar. Son las 6 de la mañana, llevamos una auténtica kilometra encima, decidimos dejar para unas horas después el regreso a Madrid y hacemos noche en lo alto de Sierra Nevada.
Imagina la estampa. Abres un ojo y te encuentras aparcado junto a ti a un prototipo camuflado de Mercedes. Son las ocho y media de la mañana, Juanma aún duerme y los dos ingenieros alemanes de Mercedes me miran con cara extraña, el “¿qué demonios hacen estos dos tipos?” de sus caras es evidente. Bajo, les saludo e iniciamos una charla que despierta a Juanma y nos lleva hasta el desayuno. Están probando nuevas motorizaciones para el GLE, nosotros le enseñamos el M4 y nos cuentan curiosidades sobre algunos de los coches que están probando estos días por Sierra Nevada, incluido el sucesor del Veyron.
Ha llegado la hora de emprender el camino de vuelta. Ahora ya directos a Madrid. Aún no me he acostumbrado a vivir tantas cosas en sólo un día, en sólo una sesión de fotos. Bromeamos con escribir algún día un libro sobre estos viajes mientras Juanma recoge todas las cosas esparcidas por las plazas traseras, por el maletero.
El coupé me gusto. Me gustó mucho. El cabrio me ha terminado de conquistar con una experiencia que, como ya he mencionado, es mucho más completa. A esa dualidad de Jekyll y Mr.Hyde se le suma esa encantadora variable adicional de conducir descapotados.
La puesta a punto de su chasis es espectacular, el desempeño de su mecánica apabullante, el músculo de su diseño realmente atractivo… Un placer de nuevo M4.
fotografías por Juanma G. Cámara.