Ante mí el Ferrari 458 Speciale. Ocho cilindros en uve que en cuestión de segundos trabajarán a mis órdenes con la absoluta convicción de estar a los mandos de la ecuación perfecta, la fórmula tantas veces soñada donde el deportivo de calle y el bólido de competición se funden en uno para disfrutar al volante desde el primer instante. Muchos me habían explicado esta sensación, pero ahora por fin lo entiendo, éste es el auténtico espíritu Ferrari.
El Ferrari 458 Italia lleva en su denominación comercial una de las responsabilidades más importantes de cuantas han soportado las máquinas concebidas en Maranello; hacer honor a la patria que vio nacer a Enzo Anselmo Ferrari un 18 de febrero de 1898. Con absoluto orgullo fue como Luca Cordero di Montezemolo descubrió al mundo la denominación Italia sobre el nuevo Ferrari con propulsor V8, un sentimiento que nos da buena idea de hasta que punto el Speciale supone mejorar el que para muchos era referencia absoluta en su clase.
¿Pero por qué llamarlo Speciale? Es Speciale por tratarse de un 458 evolucionado, mejorado y reinventado… Speciale por confirmar lo que parecía imposible, que el Ferrari F430 Scuderia podía tener un sucesor todavía mejor… y Speciale por llevar consigo la mecánica V8 más potente jamás fabricada por Ferrari con 605 caballos a 9.000 revoluciones y una potencia específica de auténtica locura con 135 CV/l.
Pero el Ferrari 458 Speciale no fue concebido como una variante “simplemente” mejorada del Ferrari 458 Italia. Con el peso de la historia en manos de los 360 Challenge Stradale y F430 Scuderia, la denominación Speciale nació con la obligación de poner sobre la mesa una nueva interpretación de la personalidad del Italia. Nuevas sensaciones y nuevos sentimientos salen a luz con cada nueva trazada. Este Speciale es diferente y, apenas giro el manettino para pasar del modo sport al modo race, me percato de que mi mente ha decidido olvidarse para siempre del 458 Italia. Ahora hay un nuevo rey en pista.
Silencio… se rueda
El día comienza soleado en San Pedro de Alcántara (Málaga), en la entrada de la exposición y concesionario oficial C. de Salamanca me espera un muy buen amigo, Diego Lara, el encargado de corroborarme el sinfín de datos técnicos que almaceno en mi cabeza y de que el feeling entre la macchina y yo sea excepcional desde el minuto uno. Este Speciale es una belleza latina, y como tal, me advierten que tiene carácter, mucho carácter.
Su silueta bajo el Sol luce el color Rosso Scuderia aderezado con una banda azul que recorre toda la carrocería y que es custodiada a su vez por franjas blancas a ambos lados. Una configuración opcional que esconde un guiño al pasado de la firma del cavallino y, más concretamente, al North American Racing Team (NART) creado en 1958 por Luigi Chinetti para introducir a Ferrari en las carreras de resistencia disputadas en los Estados Unidos como las 24 Horas de Daytona o las 12 Horas de Sebring.
Antes de ponernos manos a la obra disfrutamos de un espresso en el espectacular atelier de la exposición, un auténtico templo ferrarista donde entre muestras de tapizados, volantes, asientos y tres unidades del Ferrari 458 Italia – Coupé, Spider y Speciale – nos disponemos a escoger la ruta más adecuada para exprimir hasta la última de las virtudes del Ferrari 458 Speciale que aguarda en la entrada.
Muchos pensarán que el circuito es el escenario ideal para este Speciale, y he de admitir que Ascari está realmente cerca, sin embargo el día de hoy invita a un homenaje a la conducción donde deleitarme con el serpenteo de decenas de curvas enlazadas.
Es el momento de acomadarse, de enfundarse en unos baquets de fibra de carbono que parecen esculpidos sobre el mismo monocasco de aluminio. Cinturones con cuatro puntos de anclaje sujetan mi cuerpo sin mostrar la menor pérdida en confort. La posición de conducción… perfecta. Soy protagonista absoluto de un habitáculo que exhala deportividad por cada ribete. Lo único que me falla es que me sobra el asiento del copiloto, si ha de haber acompañante, que sólo sea un depósito de gasolina aún más grande.
La disposición del cuadro de instrumentos es inmejorable con un volante que aglutina todas las funciones necesarias durante la conducción, incluyendo indicador LED para realizar el cambio óptimo. Este Speciale consigue que tus dos manos no abandonen nunca su grueso contorno en carbono, sólo con un leve juego de dedos puedo engranar relaciones ejecutadas en 60 milisegundos mientras me divierto exprimiendo los diferentes modos de conducción que ofrece el manettino.
Y todo ello sin perder de vista el tacómetro, un exquisito reloj analógico que luce cual obra pictórica una zona roja que arranca en ¡9.000 revoluciones! y que a su vez enmarca sendas pantallas LCD donde a izquierda conozco el estado de forma de neumáticos, frenos, propulsor y cambio, y a derecha tengo acceso al fabuloso sistema Ferrari Telemetry que me permite grabar en tiempo real mi conducción indicándome todo punto donde puedo mejorar y permitiéndome revivir mi último pilotaje en casa una vez haya descargado en tarjeta SD toda la jornada de track-day.
La meta, perdón, el destino, está en la bella localidad de Ronda. Desde Málaga la ruta discurre por infinidad de autovías y no pocas retenciones que en nada lucen a este magnífico conjunto técnico, pero el tramo final es una de esas rutas que bien merece la pena recorrer a poco que te guste disfrutar al volante. La Costa del Sol esconde muchos secretos tras sus archiconocidas playas, y hacia donde nos dirigimos es uno de ellos.
La A-397 atesora 45 kilómetros de auténtica carretera de montaña donde disfrutar de un escenario único como pocos. A un lado la Sierra de las Nieves y al otro el valle del río Guadalmina cobijando al pueblo de Benahavís. Un total de 90 kilómetros donde el significado de conducción cobra otro sentido recorriendo cámara a bordo todo este paraje único.
Volando a ras del suelo
El Ferrari V8 más potente de la historia cobija un propulsor de ocho cilindros con 4.497cc. Su máximo logro es mantener la aspiración atmosférica en un momento donde el grueso de la industria ha claudicado ante la sobrealimentación. Mitad gesto de arrogancia, mitad acto de genialidad, los 605 CV a 9.000 rpm y 540 Nm de par máximo dan buena fe de que en Ferrari todo empieza en el vano motor, el lugar donde se concentra la más pura esencia, todo lo demás es secundario.
El propulsor se muestra soberbio, de sonido excitante y de giro increíblemente rápido. La transmisión precisa y contundente en cada decisión. El equipo de frenos firmado por Brembo digiere con absoluta sencillez frenadas imposibles. Pasar de 0-100 Km/h apenas me lleva tres segundos, volverme a detener desde los mismos 100 Km/h apenas requiere 31 metros. Rápido y asombrosamente sencillo de pilotar, los límites de la física parecen no influir en su comportamiento.
Este cavallino pide más, y mi acompañante me anima a hacerlo. Los secretos del Ferrari 458 Speciale no sólo están en su grupo motopropulsor o su nuevo peso rebajado en 90 kilogramos. Sorprende sobremanera como las curvas son digeridas sin mostrar la más mínima pérdida de motricidad aún a pesar de buscar el sobreviraje forzando este tracción trasera. Las gomas no ceden en su empeño de mantener la trazada fiel a lo que ordeno con el volante. La duda me inunda: ¿Es todo cuestión de tecnología?
Durante la primera parada técnica a un lado de la carretera aprovecho para descubrir más detalles. El Ferrari 458 Speciale instala en primicia mundial el sistema SSC o control del ángulo de deslizamiento lateral junto a un equipo de neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2 desarrollado en exclusiva para este modelo en medidas 245/35 ZR20 para el tren delantero y 305/30 ZR20 para el tren posterior.
Trabajando al unísono con un sistema de frenos ABS de alto rendimiento, el diferencial E-Diff 3 y un sistema de suspensión magnetoreológica, el Ferrari 458 Speciale desafía cualquier límite que hayas podido conocer en cualquier otro coche. No hablo de una, dos o tres curvas. El Speciale mantiene la compostura allí donde tu mente te dicta que es imposible, atreviéndose incluso a retarte durante la trazada habida cuenta de su capacidad para soportar un trato aún más exigente.
Pero es que todavía hay más, la aerodinámica activa toma un papel más protagonista en el caso del Speciale. En un frontal rediseñado por completo, se integra ahora un sistema de redireccionamiento del flujo de aire para aumentar la carga en un 20% sobre el tren delantero a merced de un doble splitter móvil en la sección central que redirige el flujo de aire hacia dos spoilers en los vértices del paragolpes y dos aletines que custodian los pasos de rueda traseros.
El difusor trasero, culmen de un fondo plano totalmente carenado, acoge un sistema de flaps en color rojo capaces de variar su ángulo en función de las necesidades de carga sobre el tren trasero. A baja velocidad maximiza el efecto suelo en posición de reposo, disminuyendo la resistencia aerodinámica en 0.03 puntos conforme ganamos velocidad gracias a su despliegue con un ángulo máximo de 17º.
Se enfría el café mientras sigo descubriendo datos con motivo de esta parada, el tiempo apremia y ya es hora de volver a ponerse a los mandos antes de que los neumáticos y el motor pierdan demasiada temperatura. Tras esta conversación ya no albergo dudas, este 458 Speciale tiene personalidad propia.
Apenas unos segundos más tarde ya vuelvo a deleitarme con el rugir de ocho tenores a pocos centímetros de mi nuca. Incluso el constante sonido de la grava sobre el piso de carbono tras ser lanzada por las gomas se convierte en melodía. No hay defectos, vibraciones, asperezas o parásitos, esta máquina de competición rezuma confort y buen gusto, de talante muy deportivo sí, pero de exquisita terminación para volver a confirmar que estoy ante la ecuación perfecta.
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Lamentablemente llegamos al punto de retorno, tras una subida de 50 kilómetros que mi cuerpo siente como una decena de metros, es hora de cambiar de rumbo y afrontar la bajada aprovechando todo lo aprendido durante la subida.
Afronto la bajada con decisión, con mucho respeto, pero con el indicador de LEDs integrado en el volante como única referencia. Exprimo cada relación hasta que el último de esos LEDs me da permiso para accionar la leva de cambio derecha, un instante después, el V8 vuelve a pedirme que lo eleve hasta su zona cómoda, la roja.
Resulta sumamente difícil ir despacio, y digo difícil por no confirmar que resulta imposible. El Ferrari 458 Speciale no sólo ha cumplido todas mis expectativas, sino que ha conseguido lo que tantos tachaban de imposible; ser un deportivo no sólo mejor, sino un digno sucesor del Ferrari 430 Scuderia. Su conjunto destaca por un paso por curva endiablado a merced del mejor V8 fabricado en la actualidad. Ha perdido esa esencia de indómito dicen, pero nada más lejos de la realidad tras conocer sobre el firme lo que significa una relación peso/potencia de 2,3 Kg/CV.
El momento de despedirse se aproxima. Los 605 CV de pura diversión ya van camino del box mientras su carrocería todavía revive las decenas de curvas trazadas. Es momento de reflexión, de echar mano de mi experiencia con otros grandes que todavía rugen en mis recuerdos. ¿Es este Speciale mejor? ¿peor? ¿quizás diferente? firmar este Ferrari con la etiqueta de Speciale es, sin lugar a dudas, la más correcta denominación para dar vida a un deportivo único en su especie, sublime en la técnica e inigualable en diseño.