¿Qué sucede cuando un coleccionista de coches se propone recuperar la esencia del deportivo de carreras y su nexo con los deportivos de calle? La unión de Jim Glickenhaus y Andrea Pininfarina en 2005 fue providencial. Como diría Sabina, un «yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola». Ferrari quería dar vida a su departamento de encargos especiales, crear deportivos completamente diferentes, con libertad y con un presupuesto realmente holgado. Jim Glickenhaus era ese cliente que prácticamente podía poner un cheque en blanco sobre la mesa y dejar la máxima libertad a diseñadores e ingenieros para que hicieran su trabajo. Y así nació el Ferrari P4/5 Pininfarina.
Pero Jim Glickenhaus, lejos de conformarse con uno de los deportivos contemporáneos más bestias que hayan vestido el cavallino rampante, quería más. El P4/5 hizo sus pinitos en competición, marcó tiempazos en Nürburgring, se fue perfeccionando con tecnologías como el KERS.
Y ahora Glickenhaus quería algo más, profundizar en la idea del GT definitivo, de un deportivo de carreras con inspiración en prototipos de Le Mans, como los LMP1; y un superdeportivo de calle exótico y muy potente. De ahí ha nacido lo que ves sobre estas líneas, el SCG003, el Scuderia Camero Glickenhaus 003, en dos sabores 003 C y 003 S, con licencia de circuito y licencia de calle.
Y el resultado es un deportivo espectacular, de 4,81 metros de longitud, extremadamente bajo, con una altura libre mínima de 60 y 85 milímetros (delante y detrás), un chasis monocasco de fibra de carbono (de 73 kilogramos) y un peso ultraligero, que suma 1.350 kilogramos distribuidos al 49% (delante) y el 51% (detrás).
Más allá de lo estético y agresivo que nos parezca su aspecto, la carrocería del SGC 003 cumple con su función aerodinámica, la de ofrecer el máximo downforce posible en los virajes. Cuenta con lunas laterales de policarbonato con 3 milímetros de espesor y una luna delantera de cristal Gorilla Glass – el mismo que utiliza la pantalla de teléfonos de última generación como el iPhone – de 3.5 milímetros. En vez de retrovisores, utiliza cámaras de vídeo; cuenta con jaula antivuelco con homologación FIA, arneses de 6 puntos y estructuras de absorción de impactos pensadas para las exigencias de la competición.
Su motor es un V6 twin-turbo de doble intercooler y 3.500 cm3, que alcanza los 530 CV de potencia a 6.800 rpm y 700 Nm de par máximo a 4.500 rpm. De intermediario, un cambio secuencial Hewland 1350 con levas en el volante.
En definitiva, una bestia espectacular, un prototipo de Le Mans de calle y un deportivo de calle venido a más, transformado en GT de carreras. Así es el último proyecto de Jim Glickenhaus que se exhibirá estos días en el Salón de Ginebra.