En estos últimos años he podido visitar varias fábricas de todo tipo, desde la producción a gran escala de modelos BMW en Dingolfing, hasta el pequeño taller artesanal donde se produce el Pagani Huayra. En todas he disfrutado viendo cómo nace un coche desde cero, pero siempre he tenido una asignatura pendiente: entrar en la fábrica de los sueños de Maranello, donde se producen los Ferrari. Una coyuntura, normalmente, algo complicada… Sólo los trabajadores y “afortunados” clientes pueden entrar en las diferentes áreas de producción. Y, en ocasiones, algunos agraciados, como nosotros, tienen el privilegio de conocer hasta la cocina de la factoría.
“La Fábrica” es una experiencia única. Simplemente cruzar el acceso antiguo de Via Abetone resulta especial. En ese conjunto de edificios en color rojo fue donde Enzo Ferrari disponía de un pequeño terreno, el lugar al que trasladó su fábrica de coches de carreras desde Módena en 1942. La recepción está a la altura del lugar mítico donde vamos a entrar. En una pared, un monoplaza colgado… en la otra, una recopilación de fotos históricas de “Il Commendatore” y los orígenes de la Scuderia y, posteriormente, marca de deportivos de carretera.
Atravesamos la histórica puerta que da entrada a la “Cittadella”. Y es que, realmente la Fábrica Ferrari es una ciudad dentro de Maranello. Sólo la factoría ocupa una superficie de 250.000 metros cuadrados, sin contar el Circuito de Fiorano y parte de las instalaciones de la Scuderia anexas a la pista.
Las calles que desembocan en la vía principal tienen nombres de pilotos coronados campeones del mundo con la Scuderia, como Lauda, Fangio o Raikkonen. Excepto el heptacampeón – cinco veces con Ferrari – Michael Schumacher… Su sombra es tal que éste ostenta una plaza dentro de la fábrica. No es para menos.
Esta ciudad ha sido remodelada en la última década con nuevos edificios de diseños ultramodernos y equipados con alta tecnología. Es lo que Luca Cordero Di Montezemolo denominó proyecto “Formula Uomo”: el trabajador es lo primero y el ambiente laboral en la fábrica debe ser inmejorable porque este influye directamente en la calidad del producto. Llaman la atención los numerosos parkings de bicicletas –por supuesto, en color rosso corsa– para los más de 3.000 empleados que acuden a diario a trabajar. También hay zonas verdes con bancos dónde poder descansar o un restaurante de diseño espectacular. Es una mezcla entre historia de marca y última tecnología para la fabricación de sus coches.
Los prototipos que circulan por las calles principales o las labores de investigación que realizan en el interior de las diferentes naves, hacen que Ferrari guarde una estrecha relación con la Capilla Sixtina: “puedes disfrutar admirándola, pero no está permitido hacer fotos”.
Sin cámara de fotos alguna, empezamos a caminar por la avenida principal de la fábrica, Viale Enzo Ferrari. De repente escuchamos el chillido de un motor… Mirando atrás aparece un 458 Speciale que viene de su road-test. Cada coche es probado en carretera abierta durante aproximadamente 80 kilómetros antes de recibir el visto bueno y poder abandonar la fábrica con destino a su afortunado propietario. Sí, esos pilotos de pruebas tienen, sin duda, el mejor trabajo del mundo…
Poco después, otro sonido, más bronco, nos hace girarnos de nuevo, es un LaFerrari rojo, aún cubierto con varios plásticos protectores en los paragolpes. No podemos pedir más, es bastante improbable que nos crucemos circulando con alguno de los otros 498 que se van a fabricar.
Centro de desarrollo de producto
Justo al lado del famoso túnel de viento se encuentra el centro de desarrollo de producto. En este edificio es donde trabajan decenas de ingenieros y diseñadores para desarrollar los Ferrari de calle. El contacto con el personal de la Fórmula Uno es cercano y continuo. De hecho, nos comentan que es frecuente el trasvase de empleados entre ambos departamentos.
Aquí encontramos también un departamento dedicado al programa de personalización de Ferrari, denominado Tailor-Made. El cliente puede elegir un inédito color exterior, numerosas tapicerías en distinto tejido y tonalidad, así como el tipo de materiales de los guarnecidos del habitáculo. También tiene a su disposición un surtido, casi infinito, de volantes y asientos.
El cliente es acompañado por un diseñador personal que, además de ayudarle en el proceso de selección, garantizará que el coche resultante sea único y consecuente con la marca Ferrari y su tradición. Es decir, evitará llegar a un extremo que parezca tuning o, simplemente, de dudoso gusto.
Hay tres colecciones diferentes desde las que el cliente puede partir según sus gustos: Scuderia, Classica e Inedita. El cliente es libre de elegir, e incluso proponer, nuevos materiales… pero el Centro de Estilo de Ferrari deberá estudiarlo para darle el visto bueno.
En la colección Scuderia, como su nombre refiere, disponemos de materiales relacionados con la Formula Uno, como fibra de carbono o kevlar. La Classica, nos invita a adornar nuestro nuevo Ferrari con detalles que recuerdan a los legendarios GT de hace décadas —como el uso de cuero vintage o de lana, cashmere o terciopelo—. En la colección Inedita se introducen nuevos estilos como tapicería y guarnecidos en tela vaquera.
Estaban expuestas dos unidades basadas en la colección Clásica. Un precioso California en color crema con interior en cuero vintage marrón oscuro y un espectacular FF de color parecido a su acompañante, pero con un tapizado mixto de tela a rayas y cuero semianilina en marrón oscuro. El maletero estaba forrado en madera natural que irá oscureciendo conforme pasen los años.
Tres áreas dedicadas a la fabricación de motores
El corazón de un Ferrari debe pasar por tres naves de la fábrica. Todo comienza en el área de fundición: derriten lingotes de aluminio en un horno a más de 800ºC. Sólo para un motor V12 se necesitan 75 kilogramos de aluminio. Se usan moldes de acero y otros de arena compacta, el usado en las cavidades internas de los motores. Los moldes de arena se introducen en un gran molde de acero para llenarlo posteriormente con aluminio líquido. Desde esta primera fase, es imprescindible un exhaustivo control de calidad.
Posteriormente, las piezas de metal en bruto pasan al Taller de Mecánica, donde son tratados para convertirse en los elementos que formaran parte del conjunto del motor. Hay tres aspectos que me llamaron mucho la atención: la ausencia de ruido, la gran cantidad de luz y los microjardines que hay en distintas partes del taller, y que ayudan a ajustar la humedad adecuada. Estas características son comunes al resto de áreas, pero la calidad acústica es sorprendente para un lugar dónde se construyen motores.
En esta zona, pudimos ver el funcionamiento del que quizás sea el robot más famoso entre todas las fábricas de automóviles. En un alarde de romanticismo italiano es apodado “Romeo y Julieta”, porque uno de sus dos brazos entrega un “anillo” al otro. El “anillo” es, en realidad, el asiento de la válvula del cilindro del motor, por lo que es imprescindible que este proceso sea preciso y fiable. Romeo sumerge cada válvula-anillo en un baño de nitrógeno líquido congelándolo a casi 200ºC bajo cero y reduciéndolo a un tamaño diminuto. Julieta sujeta la culata del cilindro mientras Romeo pone en su sitio la válvula-anillo. En los siguientes segundos el anillo se calienta y expande quedando fijado perfectamente en su sitio.
Por último, todas las piezas de este maravilloso puzzle son llevadas a la Zona de Ensamblaje de Motor. Cada motor es ensamblado por un sólo empleado y, una vez completado el proceso, pasan a una cadena de control de calidad de siete fases antes de incorporarle la caja de cambios.
Uno de los motores con los que me topé, era un V8 recién terminado, con una cubierta en fibra de carbono, en cuya documentación adjunta se apreciaba la denominación “Scuderia”. En realidad se trataba del motor de un Speciale pero que, internamente, se denominó Scuderia cuando comenzó su desarrollo.
Ensamblaje final
Las líneas de montaje se encuentran en un nuevo edificio de dos plantas, abierto en 2008 de cara al lanzamiento del California. Como el resto de edificios modernos de la fábrica, dispone de amplios ventanales y microhuertos repartidos por toda el área.
En la planta baja se ensamblan los modelos con motor V8. Los V12 , considerados la “gama alta”, se fabrican en una línea aparte ubicada en la planta superior del mismo edificio, con personal más cualificado. Es realmente apasionante presenciar cómo se alimenta la línea de las carrocerías recién pintadas. Curiosamente, estas son fabricadas en las instalaciones de Carrozzeria Scaglietti de Módena. Cada carrocería es transportada en un camión hasta Maranello para entrar directamente en el área de pintura, donde unos robots se la aplican de forma automática.
Junto a la línea de los V12 también se encuentra el taller de piel. Pieles de todo tipo, como por ejemplo Alcántara para los 458 Speciale y de diversos colores esperan su turno junto a la cortadora. Primero se extienden en una mesa y se analizan con detalle para señalar las imperfecciones. Las diferentes piezas de piel se cortan por láser a medida. Justo al lado, varias decenas de artesanos recubren las piezas sueltas del vehículo —como salpicadero o paneles de las puertas—, los pegan y cosen.
El conjunto motor-transmisión accede a la línea de montaje desde el almacén contiguo. Junto a él, van llegando el resto de componentes. Todo el proceso está perfectamente ordenado y sincronizado. Ya sea un “humilde” California o un F12, ver en funcionamiento la línea de montaje es un espectáculo que no me cansaría de contemplar durante horas.
La carrocería desnuda entra en la planta de montaje. En las primeras estaciones va avanzando sobre una plataforma. Se va instalando el cableado eléctrico y se van añadiendo en el chasis el resto de paneles de la carrocería, a excepción de las puertas —para que sea más fácil la introducción de los elementos del habitáculo—. Estas últimas se van preparando en una zona paralela a la línea.
A mitad de línea, llega uno de los momentos clave: la unión del conjunto de transmisión-motor con la carrocería. Este proceso es denominado “matrimonio” y lo realizan varios empleados en pocos minutos. A partir de aquí entra en escena un robot que circula por dos vías instaladas en el techo. Con dos brazos, sujeta con firmeza y delicadeza el coche, subiéndolo, bajándolo e incluso girándolo para que los empleados no tengan que esforzarse lo más mínimo y puedan trabajar con una postura segura y ergonómica.
A continuación se le añaden las llantas y todos los componentes del interior. Y ya en la última estación se coloca, con mucho mimo, el logo de Ferrari en la carrocería. Con un ordenador, se testea que todo el sistema eléctrico funcione correctamente y es configurado con las especificaciones del mercado al que va destinado. Por último, se somete a un riguroso control de calidad previo a la prueba en carretera, donde se revisa todo el vehículo. Si se detecta cualquier fallo, el coche es apartado al lado de la línea para que la problemática sea subsanada.
La línea de los modelos V8 se compone de 50 estaciones de aproximadamente 20 minutos cada una. Hay un panel con una cuenta atrás en cada estación y el tiempo estimado en terminarla. Los Ferrari California y 458 Italia tardan tres días en salir de la cadena de montaje.
En la planta superior se ubica la línea de los V12, que consta de 35 estaciones de diferente tiempo, algunas de hasta 45 minutos. Los componentes se instalan de forma aún más minuciosa, rozando lo artesanal. Por eso aquí los empleados seleccionados cuentan con más experiencia que sus colegas de la línea V8. Los Ferrari FF y F12 tardan tres días y medio en ensamblarse.
¿Y el LaFerrari?
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Como sabréis, el LaFerrari comparte varios elementos procedentes de la Fórmula 1, como un monocasco realizado en fibra de carbono. Por ello, se ensamblan en una línea de montaje propia situada en la misma nave donde se fabrican los monoplazas de la Scuderia. De hecho, los mecánicos encargados de fabricarlo son los mismos que montan los Fórmula 1.
De la fábrica sale un LaFerrari cada dos días. Curiosamente, los 499 afortunados que tengan pedido el suyo, podrán disfrutarlo antes que un modelo de gran volumen para la marca como, por ejemplo, el California.
Ya en uno de los edificios originales de la fábrica, tuvimos la oportunidad de contemplar un LaFerrari en un showroom para clientes. Lógicamente, al estar toda la producción vendida su función es la de dar una imagen soberbia a los clientes que van a por otro modelo y, probablemente, ayudar en la espera a los clientes que están ansiosos por recibir el suyo.
Yo no estuve en su presentación el Salón de Ginebra de este año, por lo que era la primera vez que lo veía en directo. Es mucho más espectacular que cualquier fotografía o vídeo que podáis ver. Quizás los faros no sean muy originales respecto a un F12 pero el resto del vehículo es todo un ejercicio de diseño, lo mires por donde lo mires. Definitivamente, es una obra de arte con casi 1.000 CV.
El interior también es sobrecogedor, totalmente en sintonía con el exterior. Hay dos placas que llaman mi atención. Una, entre los asientos, en la que se aprecia “Limited Edition 1/499”. Según nos comentan, no significa que sea el primero en producirse, sino que todos llevarán la misma placa para evitar la especulación según su orden de producción.
La otra placa curiosa está en la zona que hay bajo el volante, e indica “Fernando Alonso”. Pregunté el motivo y me comentaron que cualquiera puede poner el nombre que quiera, que no significa que sea para él. No obstante, hace unos días se confirmó que habrá un LaFerrari para Alonso o Raikkonen si uno de ellos gana el próximo mundial de Fórmula 1. Desde luego, el asturiano ya tiene uno con su nombre, sólo le faltaría inaugurar una de las calles de la “ciudad Ferrari”.
Ferrari Classiche
Paradójicamente, junto a la sala donde estaba expuesto el Ferrari más moderno, encontramos la zona dedicada a los Ferrari más antiguos: el departamento Ferrari Classiche. Además del mantenimiento de los Ferrari más añejos, hay auténticos artesanos que pueden restaurar un modelo, desmontándolo por completo y volviéndolo a montar. Vuelven a fabricar las piezas necesarias para la reparación y, además, se encargan de emitir certificados de autenticidad a propietarios de Ferrari clásicos para confirmar la veracidad de una unidad.
Y es que toda la información sobre cada modelo Ferrari producido en toda su historia, se encuentra en los documentos archivados en las estanterías situadas en una habitación anexa al taller…
Ferrari es más que una escudería de carreras, más que una fábrica de deportivos de lujo para los más elitistas… Ferrari es una empresa volcada en investigación y desarrollo, en mejorar cada día todos los productos que salen de su casa, en poner los últimos avances tecnológicos en deportivos de calle para hacer de ellos auténticos coches de carreras. Pero, además, es una forma de vida, una familia, una fábrica de sueños, un orgullo para sus tiffosi y, como no, para cualquier aficionado a la automoción.
Como todo lo bueno, se acaba nuestra estancia en la Cittadella. Nos vamos con satisfacción de haber disfrutado, de haber vivido una experiencia única al alcance de muy pocos… ¡Forza Ferrari!