Estamos nostálgicos, y es inevitable. Al ver el anuncio ya vintage de la Super Van City de Micro Machines no he podido frenar el torrente de emociones. De repente, me he teletransportado a mediados de los años 90. Era apenas un niño, y a mi mejor amigo le habían traído los «Reyes Magos» una Super Van City. Recuerdo estar en su salón, jugando con las innumerables posibilidades que aquél fantástico juguete ofrecía. Posibilidades que quedan bien explicadas en su anuncio original. Nostalgia pura, sin adulterar.
Recuerdo su pista de drag racing, en la que dos coches competían por el primer puesto – ayudados por la fuerza de la gravedad y el impulso que le pudieras dar. Tenía rampas por doquier, curvas en las que practicábamos el drifting sin peligro alguno, e incluso un helipuerto. Los Micro Machines que la acompañaban se vendían aparte, pero en aquella época no era extraño que todo niño medianamente aficionado a los coches tuviese una buena flota en su haber. Pero no todo el mundo tenía una Super Van City.
Mis «Reyes Magos» nunca me la trajeron, a pesar de mis buenas notas y (eso creo) buen comportamiento. En cualquier caso, recuerdo con mucho cariño aquellas sesiones de juego, sin preocupación alguna, y usando la imaginación como principal herramienta. Quizá fueron juguetes como Super Van City los que forjaron mi inquebrantable – enfermiza, según no pocos – afición por los coches, que me ha permitido años después disponer de esta humilde tribuna, desde la que os doy la tabarra a diario.
Es Navidad, abracemos la nostalgia y trasladémonos a otra época.
En Diariomotor: