Escribiendo el artículo sobre la permanencia de los cambios manuales en Aston Martin, he advertido un detalle quizá preocupante – o quizá es el sino de los tiempos que nos ha tocado vivir. Sólo es posible adquirir un vehículo que combine propulsor V12 con una caja de cambios manual. Apenas quedan superdeportivos con caja de cambios manual – con la excepción de máquinas de bajo volumen como el Noble M600 o Hennessey Venom – y sólo el Aston Martin V12 Vantage combina una caja de cambios manual con un propulsor V12.
Al menos es un propulsor atmosférico de la vieja escuela, cuyos orígenes datan de hace década y media, cuando Aston Martin – en manos de Ford por aquél entonces – fusionó dos bloques 3.0 V6 Duratec para crear su ya mítico V12 de 6,0 litros. Este propulsor se ha ido actualizando, aunque su base ha seguido siendo la misma. En un pequeño deportivo de sólo 4,38 metros de longitud, y apretado al máximo en su vano motor, este propulsor mueve el tren trasero a través de una caja manual de seis relaciones. Un coche muy atípico.
De hecho, es el único V12 de la gama Aston Martin en tener tres pedales bajo su volante, el resto montan cajas automáticas. Este motor de doce cilindros desarrolla 517 CV a 6.500 rpm y un par máximo de 570 Nm a 5.750 rpm. Logra que los 1.755 kilos del Vantage se pongan a 100 km/h en 4,2 segundos, hasta llegar a los 305 km/h. Homologa una media de 16,7 l/100 km, emitiendo 388 g/km de dióxido de carbono. Cuesta la friolera de 208.563 euros en nuestro país. ¿Sería un coche automático más rápido y eficiente?
Estoy seguro que sí, pero no es la clave de este coche. La clave es la implicación del conductor, y las sensaciones a vivir. Y ahí sí que no puede competir.
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