Todos sabemos lo que hay que hacer cuando quieres dar una sorpresa a alguien y, por supuesto, no quieres que se entere. Lo primero, es evitar decírselo a aquellos que no saben guardar un secreto. Lo segundo, actuar con sigilo, evitar que la persona a sorprender se entere, y coordinar la logística creando grupos de Facebook y Whatsapp, privados, en los que estén los coordinadores de la sorpresa. El desarrollo de un automóvil es muy parecido a la organización de una fiesta sorpresa. Con la salvedad de que esa sorpresa va dirigida al mundo entero, y que para su puesta a punto es necesario que la sorpresa no solo ruede en circuitos privados, lejos de miradas ajenas, sino también en carreteras públicas. Imagina que para tu fiesta sorpresa has escogido una piñata, un payaso y cincuenta globos con helio, y que tienes que pasearlos durante meses por delante de la persona a la que quieres sorprender. ¿Qué harías? Los fabricantes lo tienen claro, ocultar su sorpresa con un montón de parapetos.
La idea que persigue ese camuflaje es la de cubrir la carrocería, y el interior, de manera que cualquiera que se cruce con el coche no vea nada que no le queremos mostrar. En ocasiones resulta harto complicado. Si no queremos que la competencia, o la prensa, sepa que estamos desarrollando un deportivo biplaza, difícilmente podremos camuflarlo para que parezca un compacto, o un sedán. A veces, incluso, el propio fabricante juega al despiste. Enseña detalles que quiere que la prensa difunda, a veces incluso publicando oficialmente fotografías de sus mulas camufladas.
En cualquier caso, a lo largo de la historia hemos visto casos de camuflaje realmente curiosos. Cuando Porsche estaba desarrollando el Boxster, escogieron la carrocería de un 911 Targa (964) y el chasis de motor central que utilizaría el Boxster, para que nadie se percatase de la sorpresa que escondía en su interior (ver historia del Porsche 986 A4 Boxster de nuestro especial Porsche Top Secret).
Como podemos ver en el vídeo anterior, el proceso de camuflado de un coche comienza desde una aplicación de diseño vectorial. Los diseñadores perfilan el aspecto de una serie de piezas de plástico que se encargarán de adherir y atornillar a su carrocería para ocultar los rasgos, hacer que un faro alargado parezca redondo, o incluso maquillar los retrovisores con catadióptricos. El salpicadero también se cubre con una protección en la que solo se dejan ver los instrumentos que necesitarán los probadores para conducir.
En ocasiones, incluso, el aparatoso camuflaje exterior no es suficiente. Desde hace años se ha impuesto otra moda, la de revestir la carrocería de las mulas de pruebas con un vinilado con una trama psicodélica, y colores vivos o de alto contraste (blanco y negro), que hacen que sea aún más complicado reconocer las líneas reales del coche que, en unos meses, o en unos años, veremos en los concesionarios.
En Diariomotor: Porsche Top Secret: 986 A4 Boxster, o el 911 de motor central