Nunca pensé que el BMW i3 fuese un coche adecuado para «irse de rallyes». Es un eléctrico orientado al tráfico urbano e interurbano, con un carácter premium y un diseño peculiar. Es un coche relativamente corto y alto, que rueda sobre neumáticos de baja fricción de sólo 155 mm de sección, montados en llantas de 19 pulgadas. A pesar de sus 170 CV, propulsión trasera y correctas prestaciones, a nadie en su sano juicio se le ocurriría irse a derrapar sobre tierra con él. A no ser que te llames Rauno Aaltonen, seas un piloto de rallyes finlandés y te gusten los retos. Entonces el BMW i3 se transforma.
Lo que Rauno Aaltonen ha conseguido es que veamos al BMW i3 como un coche completamente nuevo. Un coche capaz de ofrecer a un piloto de rallyes retirado sensaciones olvidadas. El finlandés insiste en que el BMW i3 parece tener 1.000 CV. Es una exageración, pero la entrega instantánea de potencia hace que los eléctricos siempre parezcan más potentes de lo que realmente son. A pesar de que su peso no es el más bajo y su batalla es muy corta, parece increíble como el piloto finlandés hace bailar al pequeño eléctrico alemán.
El coche está claramente fuera de lugar, y la polvorienta y dura tierra finlandesa puede haber dejado mella en su mecánica. La realidad es que el BMW i3 parece haber dejado mella en el piloto escandinavo, que seguro está pensando en comprarse uno, modificar suspensión y tren de rodaje, y lanzarse de lado a sus tramos favoritos. «Es muy fácil hacer drifting con el BMW i3», afirma con una sonrisa en la cara. Una verdadera sorpresa, ¿verdad?
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