Ponte en situación. Quieres un BMW M3 y descubres un anuncio de un coche «de gerencia» a un precio francamente bueno. Así que pagas las 50.000 libras que pide el anunciante y adquieres un flamante M3 de última generación, con un potente motor de 430 CV que quieres disfrutar durante años y años. Pero pronto descubres que el coche no va todo lo bien que debiera, la dirección hace ruidos extraños y sus frenos carbonocerámicos no responden como debieran, presentando holguras. Rob Willis se quedó de piedra al descubrir el origen de estos defectos.
Tras estos problemas, lo llevó de vuelta al concesionario, exigiendo una solución. Como el M3 llevaba frenos carbonocerámicos, el taller no estaba acostumbrado a realizar dichas reparaciones, teniendo que consultar a BMW en Alemania. Le dejaron un BMW 330d xDrive y se Willis se fue a casa, esperando una solución rápida. Poco tiempo después, estaba viendo Top Gear en el salón de su casa, uno de los últimos episodios, en los que Jeremy Clarkson probaba en el aeródromo de Dunsfold el nuevo BMW M3.
Entre inmensas cruzadas quemando rueda, Willis tuvo un terrible revelación: había comprado ese mismo BMW M3. En Reino Unido la matrícula de un coche es como el DNI de una persona, se queda con la misma durante toda su vida. La matrícula coincidía con la matrícula del M3 que había comprado hace apenas un mes. Willis cree que ha sido Clarkson el causante de los problemas de su coche, aunque a decir verdad, lo más posible es que dicho M3 haya sido un coche de prensa o un coche de demostraciones, cuyo trato no ha sido precisamente suave.
Aunque el concesionario le cedió coches de sustitución, Willis no estaba en absoluto contento. Necesitaba que el coche estuviera en perfecto orden de funcionamiento. Pocas cosas peores hay que comprar un coche casi nuevo que da problemas desde el primer momento. Por fortuna todos los problemas del coche han sido ya solucionados.
Fuente: Daily Mail
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