Existen pocas escenas más espectaculares que la de un crash-test de los años sesenta o setenta. Durante las últimas décadas, los crash-test han contribuido a crear coches más seguros. Y de la observación y el análisis de estas pruebas, en las que se somete a un automóvil a un choque controlado, se han perfeccionado los sistemas de seguridad que hoy en día salvan miles de vidas.
El IIHS (Insurance Institute for Highway Safety) nos ofrece un vídeo que nos muestra, primero, cómo ha mejorado la seguridad del automóvil en las últimas décadas. Pero, sobre todo, cómo las leyes de la física no han cambiado, y la masa involucrada en un accidente entre dos vehículos determina, dramáticamente, las consecuencias del siniestro para los pasajeros.
En el vídeo que nos ocupa, el IIHS hace un repaso de diferentes crash-tests de automóviles a lo largo de las últimas décadas, con un componente común en todos ellos, una diferencia de peso significativa entre los dos vehículos que colisionan.
La física no perdona. Y por mucho que los automóviles hayan mejorado su seguridad en los últimos años y dispongan de sistemas que protegen a los pasajeros en caso de accidente, estructuras de deformación controlada que absorben la energía del impacto y evitan la deformación del habitáculo, y sistemas de retención cada vez más avanzados y efectivos, la masa del automóvil hace que los daños se magnifiquen.
Y este aspecto debería estar muy presente en estos tiempos que corren, en el que el éxito de los SUV, y la transición hacia el coche eléctrico, nos ha llevado necesariamente a un escenario en el que la masa de los automóviles nuevos ha aumentado significativamente.