El curling es uno de esos deportes peculiares, originados en el frío norte de Europa. Consiste en hacer deslizar una pieza de granito sobre una superficie helada, con el objetivo de desplazar las piezas de los competidores de la «diana» del centro de la pista. No es una petanca sobre hielo, requiere mucha destreza y una gran coordinación de todo el equipo. Según informa Associated Press, en Rusia se han comenzado a celebrar campeonatos de curling, con un interesante giro argumental: en vez de piedras de granito, usan coches de desguace a los que han quitado motor y equipamiento. El resultado es descacharrante.
Varias personas deben empujar el coche desde el punto de salida, con el objetivo de que se pare en el punto adecuado. Los coches pesan poco, al estar desprovistos de motor y ser ligeros ya para empezar. Los coches no tienen frenos, pero sí dirección, con lo que el curling gana una dimensión completamente nueva. En la modalidad tradicional, las piedras sólo se mueven en línea recta: los escobilleros pueden variar ligeramente la velocidad y el ángulo, pero mucho menos que en el caso de un coche con su volante.
Todos los equipos usan los mismos microcoches de origen soviético. El deporte parece de lo más divertido, y es una vuelta de tuerca al curling tradicional que debería practicarse más a menudo. El clima de España nos da como mucho para practicar la petanca, y veo más complicado usar coches para jugar a la petanca.
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