Nada bueno, como podéis entender perfectamente. Es lo que le pasó este fin de semana a Gary Densham, un veterano de 69 años de edad en los NHRA Winternationals en California. Durante la sesión de calificación, su Dodge Charger R/T – poco más que una carcasa de fibra de vidrio para una bestia de competición de 8.000 CV construida ad hoc – marcó el mejor cuarto de milla de su carrera en competición, con un paso por meta de sólo 4,05 segundos a 494,5 km/h. El problema fue que su paracaídas de frenado no se desplegó.
Los dragster tienen frenos, pero no son enormes discos sobredimensionados. Son relativamente discretos para su tamaño, con el objetivo de que no sumen peso al conjunto, cuyo único propósito es ofrecer la mayor aceleración posible en línea recta. Estos frenos no son suficientes para detener un dragster en unos cientos de metros sin la ayuda de un paracaídas. Los Funny Car como el Charger de Densham necesitan de dos paracaídas para decelerar a tiempo. Si el cable de metal que los despliega falla, el desastre esta asegurado.
Un fallo poco frecuente, pero que puede ocurrir. Por fortuna, las pistas de drag racing tienen una red de seguridad al final de las mismas, precedida de medio kilómetro de asfalto y una puzolana de gravilla fina. La red cumplió su cometido y el coche de Densham quedó detenido, aunque dejando el coche de competición inservible. Una verdadera pena, teniendo en cuenta que sólo tenía tres años de edad. Al menos no hubo que lamentar daños personales y el piloto salió por su propio pie del coche. El drag racing tiene sus peligros también.
Fuente: Black Flag
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