El peligro de los drones ya está generando controversia en la calle. No hablo de paranoia y temor ante ataques terroristas, sino de situaciones más cotidianas. Los drones ya se utilizan en multitud de eventos, incluidas comuniones, bodas y bautizos, para inmortalizar momentos especiales. Y es ahí donde mucha gente ha comenzado a exteriorizar sus temores por el hecho de que un aparato volador esté paseándose sobre sus cabezas, para más inri equipado con hélices afiladas. Una preocupación lógica, especialmente tras el incidente de Enrique Iglesias en Tijuana, y sus dedos (ver vídeo en Youtube). Y quién mejor que nuestros cazadores de mitos favoritos, Jamie Hyneman y Adam Savage, los MythBusters, para demostrar si el temor es infundado. Y mucho ojo porque, tal y como veremos a continuación, hasta un dron ligero puede resultar mortal.
En su último episodio, que giró en torno a la temática de la aviación (más información en io9), los cazadores de mitos intentaron analizar empíricamente los daños que puede producir un dron ligero si sufre un accidente, no tanto por precipitarse contra la cabeza de una persona, sino por los cortes que pueden provocar sus rotores.
Para la prueba recurrieron a un pollo fresco, que no es equiparable a un cuerpo humano, pero suficientemente gráfico y explícito como para comprobar los daños que pueden provocar las hélices girando a alta velocidad al rozar con la carne. Y no hay más que ver el vídeo para comprobar lo doloroso que puede resultar, e incluso que el peligro, si se alcanzan zonas vitales como la yugular, a la altura del cuello, puede ser mortal.
Los drones ya matan gente. Aunque hablamos de drones creados para la guerra, como los que desde hace años están generando tanta polémica en las misiones de Estados Unidos en Asia. Para que un dron ligero doméstico cause una desgracia, han de unirse varias circunstancias. Pero a la vista del experimento de los cazadores de mitos, como mínimo deberíamos preocuparnos y demandar que estos aparatos se manipulen con cautela. Sobre todo si la moda del dron acaba convirtiéndose en una afición mainstream, y hasta el más manazas comienza a lanzar al aire sus drones para hacerse selfies a vista de pájaro.