Los efectos ópticos pueden jugar malas pasadas, especialmente cuando estamos conduciendo y en entornos que entrañan, per se, un mayor peligro para el conductor si se desencadena una situación de riesgo, como son los túneles.
El vídeo que nos ocupa, y que estos días se ha hecho viral en las redes sociales, nos demuestra cómo un efecto óptico nos puede llevar a pensar que se ha abierto un enorme socavón en la carretera, hasta el punto de obligar a los conductores a frenar y a esquivarlo.
Bruh.. LMFAOOOOOOOOO! pic.twitter.com/wZ6UbO0EZp
— Hija De La Gran Puta. (@modamsshe) May 3, 2022
La explicación de este efecto óptico se aprecia al final del vídeo. Una acumulación de agua en el carril izquierdo, que ha formado un enorme charco, unido al reflejo y la sensación de profundidad que genera en un espacio cerrado como es un túnel, provocan la sensación visual que lleva a nuestro cerebro a pensar que se ha abierto un enorme socavón en la carretera.
Con socavón, o sin él, las filtraciones y acumulaciones de agua en los túneles son especialmente peligrosas. Si en una carretera abierta un charco ya puede provocar una situación de peligro, por el riesgo de aquaplanning, y de perder el control del vehículo, en un espacio cerrado como un túnel el peligro es aún mayor, por la profundidad que puede alcanzar el charco y porque un accidente puede agravarse por la reducción de visibilidad que deriva de las propias paredes del túnel y que pueden devenir en un accidente múltiple.
Lo prudente al aproximarnos a un charco como este es, primero, reducir la velocidad y, a ser posible, evitarlo. A la velocidad que se debe circular en un túnel como este parece factible, como nos demuestran estas imágenes, poder reducir la velocidad lo suficiente para esquivarlo sin riesgos. Pero si nos viéramos en la situación de no poder reducir la velocidad, ni esquivarlo, lo mejor que podemos hacer es mantener el volante recto y, sobre todo, evitar tocar el freno, lo que irremediablemente haría que, por una diferencia de agarre en las ruedas de nuestro coche, este comience a girar y provoque un trompo.
En el pasado ya hemos visto cómo los efectos ópticos se intentaban utilizar, incluso, para mejorar la seguridad vial. Una solución atrevida, arriesgada y experimental, como la que proponía la compañía islandesa Vegamálun GÍH, que diseñó una suerte de diseño de paso de cebra tridimensional, para conminar a los conductores a reducir la velocidad al aproximarse a ellos.