En más de una ocasión hemos lanzado una predicción que, por desgracia, especialmente para los que amamos la conducción, es terrible. No solo viviremos el advenimiento del coche autónomo, y veremos cómo las calles y las carreteras comienzan a llenarse de vehículos que circulan sin la intervención de un conductor. Hemos de dar por hecho que llegará un día en que la sociedad no se podrá permitir dejar a un humano tomar los mandos de un coche. Si las distracciones y las imprudencias copan un altísimo porcentaje de los accidentes con víctimas mortales en las carreteras, ¿de verdad podremos permitirnos que los humanos sigan conduciendo, en vez de máquinas que por construcción jamás se distraerán y serán rigurosamente prudentes? ¿Qué porcentaje de accidentes se producen, y se producirán, por un fallo técnico? Esta reflexión llevó a Elon Musk a lanzar un ataque, dirigido especialmente a los escépticos del coche autónomo, y de Tesla, acusándoles de «matar gente». ¿Pero de quién es la culpa, del mensajero, o de Elon Musk?
Elon Musk se queja, amargamente, de la cobertura que se hizo en los medios por unos casos muy puntuales, todo sea dicho, de accidentes en los que estuvo implicado un Tesla Model S mientras utilizaba Autopilot. Elon Musk se queja, de nuevo, de la poca cobertura que se da a los 1,2 millones de fallecidos en accidentes de tráfico que se producen cada año en todo el mundo.
Tesla Model S
Deberíamos recordarle a Elon Musk que esto no es nada nuevo y que más allá de una intención dolosa por parte de los medios, que en algún caso podría existir, no es ni más ni menos que una prueba más de los miedos irracionales que sigue generando la tecnología, y la pérdida de control por parte de nosotros, los mortales. El ejemplo más claro lo tenemos en el miedo irracional que generan los aviones, y la repercusión de los accidentes aéreos.
¿Sabes que podrías contar con los dedos de las manos los fallecidos que causan los ataques de tiburón cada año, y por decenas y cientos de miles los que causan mosquitos, serpientes, e incluso el mejor amigo del hombre, el perro?
De manera que, si Elon Musk cree que «cada vez que alguien escribe un artículo negativo [sobre Autopilot] estamos disuadiendo a la gente de utilizar vehículos autónomos, [y por lo tanto] estamos matando gente», tal y como declaraba a unos periodistas en su presentación de estos días (Mashable), quizás debería haber pensado en la repercusión que tendrían los primeros accidentes con su tecnología antes de lanzarla.
No podrán acusarme de escéptico, a mí que en más de una ocasión me han crucificado en los comentarios en esta misma web por defender con vehemencia el coche autónomo. Aún así, hemos de reconocer que Tesla cometió numerosos errores al lanzar Autopilot. El propio nombre de esta tecnología ya ha generado controversia, la suficiente para que en algunos países se estén planteando prohibir a Tesla utilizarlo. Incluso los mensajes que lanzaba inicialmente Tesla hablando de «la llegada del piloto automático» podían disuadirnos de conocer que de verdad estábamos ante una ayuda a la conducción, avanzada, sí, pero no un piloto automático. Tesla incluso falló al apelar a la responsabilidad de sus clientes, razón por la cual tuvo que limitar desde el software el funcionamiento de Autopilot en sucesivas actualizaciones.
Muchos fabricantes, desde sus departamentos de desarrollo, a los que tampoco podríamos acusar de desear algún mal al coche autónomo, ya nos advirtieron de lo peligroso que era lanzar una tecnología sin estar suficientemente probada, con los errores anteriormente mencionados, por las repercusiones que podría tener un accidente en el avance hacia el coche autónomo. Un avance que, recordemos, no solo depende de la tecnología, sino también del apoyo institucional, y de la confianza que genere en la propia gente.
Pero sí hemos de dar la razón a Elon Musk cuando recuerda que no siempre se ha tratado con rigor el funcionamiento de Autopilot, y los accidentes en los que se vio involucrado un Tesla, especialmente en el caso del accidente mortal de Joshua Brown. Fueron los propios medios los que quisieron conectar aquel accidente con las consecuencias de utilizar un coche plenamente autónomo. Incluso servidor tuvo que acudir a un programa de radio de máxima audiencia (podéis escucharme en el Podcast de Hoy por Hoy en la Cadena SER a partir del minuto 17) para defender que Autopilot no es aún un coche autónomo y que, pese a la automatización en carretera que plantea, el conductor jamás debería perder la atención en la carretera, ni dejar de estar preparado para atender cualquier incidencia que se produzca.
En definitiva, me atrevería a decir que la culpabilidad es compartida. Tesla cometió ciertos errores, técnicos, y dialécticos, en el lanzamiento de Autopilot. Tesla también ha de asumir la responsabilidad que implica el interés que ha generado esta marca en los últimos años, y que tan bien ha funcionado para animar sus ventas y generar una expectación favorable, en muchos casos exacerbada. Ya saben, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Pero también es cierto que el rigor a la hora de tratar los accidentes, que seguro se producirán hasta que la tecnología esté suficientemente desarrollada, e incluso después, será crucial para que algún día llegue a la calle el coche autónomo, probablemente la mayor disrupción en el mundo del automóvil desde que las cadenas de montaje comenzaron a «democratizar» el coche privado.
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