Nos encantan las disparidades automovilísticas. ¿Motores gigantes en coches pequeños? Sí, por favor. Por eso nos encanta esta creación. No es ninguna novedad, pero hemos creído interesante hacernos eco de esta locura automovilística. Se trata de un viejo Volkswagen Escarabajo, sin propulsor, al que el dueño de un taller de motocicletas de Carolina del Norte decidió dotar de un gigantesco motor radial de siete cilindros con más de 70 años a sus espaldas, procedente de… un tanque.
¿No van los motores radiales en aviones antiguos? Sí, pero este propulsor en concreto – un W670-9A de siete cilindros fabricado por Continental – también fue usado en los tanques estadounidenses M2. Con una cilindrada total de 11 litros, desarrolla sólamente 220 CV y pesa la friolera de 245 kg. Su arranque es un proceso tremendamente complejo, y funciona con propano. En un principio, su dueño quiso acoplar una transmsión al motor, pero finalmente decidió que no era una buena idea, añadiría más peso a la zaga.
Por ello, le ha acoplado una hélice de casi 1,2 metros de diámetro. En el vídeo lleva la carcasa del embrague del tanque, para propósitos de demostración exclusivamente. Su arranque es tortuoso y deja tras de sí una enorme humareda de aceite quemada. Su dueño quiso llevarlo a Bonneville pero las malas condiciones de la sal en las últimas dos ediciones no permitieron su celebración. Pero si hay algo impresionante, es que se dice que pilota esta máquina por las carreteras cercanas a su casa. Imaginad llegar a la ITV con semejante máquina…
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