¿En qué momento un «juguete» se convierte en una pieza de coleccionista? Lo que ves es una réplica a escala 1:2 de un Ferrari 250 Testa Rossa, un icono de la competición, de los éxitos del cavallino rampante, que con su motor V12 arrasó en los años cincuenta, ganando mundiales, y la prestigiosa carrera de las 24 Horas de Le Mans. Hoy en día, el 250 Testa Rossa de los años cincuenta cotiza en decenas de millones de euros. Por suerte, esta réplica a escala podrá adquirirse, subasta mediante, entre 50.000 y 70.000 euros. Una cantidad que, por otro lado, no es nada desdeñable. Hay que tener en cuenta que por ese precio puedes adquirir un Ferrari 360 Modena en el mercado de ocasión.
Se trata de una réplica a escala que pensada para uso y disfrute de los más pequeños. Su creador, Michele Conti, concibió esta pieza en 1985. Cuenta con un chasis tubular de aluminio, acabados de pintura de gran calidad, y dos plazas, con sendos asientos tapizados en piel, para que los pequeños aprecien la historia del automóvil. También cuenta con ruedas completas, faros funcionales, e incluso un espejo retrovisor.
En cualquier caso, insistimos en que estamos ante algo más que un juguete. No es descabellado pensar en esta réplica como una pieza de coleccionista, prácticamente de museo.
Aún hay más. Este coche además es plenamente funcional. Bajo el capó esconde un pequeño motor de gasolina que permitiría a dos pasajeros menudos dar un paseo descapotados.
Se subastará en unos días en Nueva York, en el evento Driven by Disruption.
Fuente: RM Auctions Sotheby’s
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