Hace unas semanas os anticipábamos que estaba a punto de producirse la subasta de dos Ferrari muy especiales. O eso pensábamos. Porque a juzgar por los acontecimientos no parece que los potenciales compradores opinasen que fueran suficientemente especiales como para pagar por ellos un total de 695.000 euros. El hecho diferencial que hacía que estos dos Ferrari fueran, aparentemente, especiales no era otro que haber pertenecido en su día al Rey Juan Carlos I. ¿Pero por qué nadie quiere llevárselos?
Según parece nadie habría estado dispuesto a pujar la cantidad mínima que se pedía por ellos. Al respecto de esto último, existen diferentes versiones en la prensa, desde los que afirman que nadie pujó por ellos, como El Español, hasta los que aseguran que únicamente hubo un interesado que no habría puesto sobre la mesa una cantidad suficiente para llegar al mínimo estipulado en la subasta. Como consecuencia de ello, la subasta fue declarada desierta, de manera que el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas tendrá que decidir que hacer con ellos. En cualquier caso, no parece que vayan a poder adjudicarlos sin rebajar – como mínimo – su precio de subasta.
Días atrás ya os contábamos que se trataba de una pareja de Ferrari FF, uno gris, y otro negro. Por el primero se pedían 350.000 euros, y por el segundo 345.000 euros. Hoy sabemos que esa rebaja de 5.000 euros en el segundo se debía única y exclusivamente a que este contaba con un ligero roce en su carrocería, en la aleta delantera izquierda y en la aleta trasera izquierda, y un pellizco en una rueda trasera, ruedas que – salvo por ese detalle – están prácticamente nuevas (el coche ha recorrido solo un total de 763 kilómetros). Si os pica la curiosidad, el Ministerio ha hecho público su informe de tasación con todo su equipamiento (ver informe de tasación), así como sus documentos (ver permiso de circulación), e incluso fotos de uno y otro (ver el negro y el gris).
Sinceramente pensamos que, ante dos coches que apenas cuentan con mayor valor añadido que el hecho de haber pertenecido al Rey Juan Carlos I, la única opción que quedará para adjudicárselos a un comprador será la de buscar un precio más competitivo, y no tan elevado, que permita que alguien se interese por ellos.
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