Las Ford Transit de los años noventa tienen una reputación casi tan legendaria como las Citroën C15. Esa reputación sugiere que sobrevivirían, junto a las cucarachas, a un invierno nuclear. Sus motores diésel de inyección mecánica y su robustísimo tren de rodaje garantizan que incluso sin mantenimiento, o graves daños estructurales, sigan funcionando como relojes. ¿Quieres pruebas de ello? No tienes mas que ver el vídeo que te dejamos tras el salto. Un vídeo en el que se demuestra que doce años a la intemperie son una pequeña siesta para una Ford Transit.
Aparcada en el mismo sitio desde hace más de una década a causa de óxido en sus bajos, cabría pensar que los elementos la habrían devorado. El primer reto es arrancar su motor. Usando una batería con carga, engrasando ligeramente el cable del acelerador y conectando directamente una garrafa con gasóleo a la bomba inyectora – las líneas de combustible estarían sucias o rotas – el motor termina despertando, tras un poco de «tos». El sonido habitual del 2.5 diésel y su traqueteo rítmico parecen indicar un motor sano y sin problemas de ningún tipo.
El sistema eléctrico funciona sin problemas y el eje trasero gira libre, pero tuvo que ser remolcada con un tractor, pues con los años su eje delantero se había hundido en el barro. Una vez liberada, todo parece funcionar, y la furgoneta se mueve sin dificultad. Aunque no vayan a devolverla a las carreteras, es reconfortante saber que más de una década a la intemperie no supone un drama alguna para esta incombustible Ford Transit. Ahora, lo único que nos queda es ver una Citroën C15 superar el mismo lance. Espera… ¡nadie abandona una Citroën C15!