Sorprende la cantidad de situaciones a las que se enfrentan los dispositivos que componen un automóvil y lo poco que sabemos a menudo de ellos. Es por eso que nos encanta ver el funcionamiento de elementos, como los frenos, desde un punto de vista muy diferente, desde las imágenes captadas por una cámara térmica. Lo mejor de este vídeo es precisamente comprobar cómo la fricción sobre las pinzas y los discos va elevando la temperatura del sistema de frenado y cómo esta se va transmitiendo. Lo cual no solo es curioso, sino que también es muy práctico para entender cómo funcionan los frenos y cómo debemos tratarlos en todo tipo de condiciones, pero sobre todo cuando hacemos un uso intenso del sistema de frenado, por ejemplo en circuito.
Para realizar este experimento, Jason Fenske, uno de nuestros youtuber favoritos y responsable del canal Engineering Explained, ha levantado la trasera de su Honda S2000 y ha desmontado una de las ruedas. El experimento ha consistido en engranar primera y observar el calor generado en los frenos, desde diferentes puntos de medición, y aplicando los frenos, y el freno de mano, para ver la generación de calor por el efecto de la fricción y como este se transmite a lo largo de los discos y las pinzas.
Con este experimento se aprecian detalles interesantes, como el hecho de que el punto de máxima temperatura en las pinzas y en los discos esté justo en la primera zona de contacto de la pinza con el disco, y no al final, después de que el disco haya entrado en contacto con la pinza completa.
Otro detalle interesante lo podemos apreciar en la rueda trasera no desmontada de este Honda S2000. La cámara térmica nos muestra cómo el calor de los frenos se ha transmitido hacia la propia rueda. Esto nos revela otro aspecto muy importante a tener en cuenta, la capacidad de la llanta para disipar el calor de los frenos activa y pasivamente. Activa, por el calor que se disipa al aire por el propio giro de la rueda, y la razón por la cual tras una tanda intensa para los frenos es importante rodar a una velocidad constante y sin sobrecargar los frenos – entre otros componentes – para refrigerarlos. Y pasiva, por la capacidad de la llanta para acumular parte del calor transferido por los frenos y a su vez disiparlo al aire.
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