Decía Alan Kay, uno de los grandes pioneros de las interfaces de usuario de la informática moderna, que «la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo». Y esa es una perfecta definición para este vídeo, producido por General Motors en 1956, que pretende predecir cómo sería la industria del automóvil en 1976. Una descripción hilarante y divertida, tanto por su contenido, como por su escenografía y su toque de musical, que a muchos nos recordará inevitablemente a La tribu de los Brady. Unas predicciones en las que ya se planteaba la posibilidad de viajar en coches autónomos, coches autónomos que incluso seis décadas más tarde, aún siguen sin ser una realidad en nuestras carreteras, al menos en la realidad de una familia media.
El vídeo en cuestión es un cortometraje que comienza con una familia subida en su coche e irritada por la congestión del tráfico de la ciudad, pero con suficiente ánimo para cantar, eso sí. A continuación, se trasladan hasta 1976 para cómo sería ese mismo viaje veinte años más tarde.
Me resulta fascinante por comprobar cómo Detroit intentaba captar la atención de los estadounidenses, dibujándoles el futuro del automóvil, en unos años en los que al otro lado del Atlántico comenzaba a cundir la histeria colectiva por la aniquilación completa, ante el peligro nuclear que acechaba en aquellos años de Guerra Fría. Ver cómo se imaginaban viajando en vehículos con apariencia de avión de combate permanentemente conectado con una torre de control a la que podrían llamar en cualquier momento para solicitar el inicio de su viaje autónomo, soltar el volante y dejar que su coche hiciera el trabajo.
Tampoco es casual la elección de ese vehículo, el recién presentado prototipo Firebird II, e incluso un Firebird I aún más impresionante, presentado años atrás, al que parecen adelantar alrededor del minuto 2. Fueron aquellos años en los que la industria, y no solo General Motors (ver prototipo Ghia Streamline X), vislumbraba un futuro en el que nuestros coches se desplazarían gracias a inmensas turbinas.
En definitiva, un documento divertido e impagable que nos recuerda que todas esas predicciones de futuro que hacemos hoy en día, a largo plazo, pueden estar tan desencaminadas como lo estaban entonces. ¿No crees?
Vía: Washington Post
En Diariomotor: El gran estancamiento. Por qué pensamos en coches eléctricos cuando deberíamos estar creando colonias en Marte