Los propietarios de un coche clásico somos, en ocasiones, demasiado amantes de los coches. Y lo digo en el mejor de los sentidos: hemos invertido mucho tiempo, dinero y esfuerzo en dejar en el mejor estado posible nuestro querido coche, mimándolo más que a nuestra familia en ocasiones. Y muchas veces, se nos olvida que los coches también hay que vivirlos. Fueron diseñados para ser usados, y nuestros recuerdos de ellos solo responderán a nuestras aventuras a su volante. Si no sabes lo que te quiero decir… un vídeo vale más que mil palabras.
Un vídeo grabado por el especialista en clásicos Simon Kidston. Este ciudadano suiza es el propietario de uno de los mejores concesionarios de clásicos del continente, y es conocido por usar sus coches para lo que fueron diseñados. Coches clásicos cuyo valor en muchas ocasiones supera el millón de euros. Joyas con ruedas que mima y mantiene al detalle, pero conduce sin miramientos cuando la situación lo requiere. ¿Derrapes sobre nieve con un Bugatti Type 35? Ningún problema. ¿Atravesar media Europa con un Mercedes 300 SL? Sin problema.
Por supuesto que el dinero ayuda, y por supuesto que se puede permitir reacondicionar y reparar los coches tras sus aventuras. Pero el espíritu de fondo es lo que subyace y es el mensaje que me gustaría transmitir. Los coches son para disfrutarlos, no para tenerlos acumulando polvo en el garaje, con el objetivo de mantener su valor. Si no disfrutas de tu coche, te estarás perdiendo lo mejor que es capaz de ofrecerte. Lo único que te habrás comprado es un pisapapeles increíblemente grande, increíblemente pesado, e increíblemente caro.
