Definitivamente, el cliente de marcas como Bentley y Rolls-Royce está hecho de una pasta diferente que el común de los mortales. Supongo que ser rico es también una actitud, contraria a la actitud «de pobres» que tenemos los demás. Una actitud que permite justificar la decisión de gastar unos 40.000 euros en un juego portátil de coctelería. Rolls-Royce honra la hora del cóctel con este juego portátil, cuya producción es artesanal y demora unas ocho semanas de trabajo manual. O puedes comprarte dos Ford Fiesta ST.
La diseñadora de este juego de cóctel es Sina Maria Eggl, la responsable de que los accesorios para los coches Rolls-Royce sean tan refinados y elegantes ha colaborado con los hoteles Dorchester Collection de Londres para concebirlo. Está construido en madera de nogal americano, forrado en el mismo cuero en diferentes tonos del que están tapizados los asientos de los coches y configurado sobre una estructura vista de aluminio pulido. Al abrirlo, se nos revelan multitud de compartimentos y accesorios de alta calidad.
El packaging de este juego de cóctel es muy inteligente, y de lo más elegante. La coctelera ocupa la parte superior del cesto, y en la tapa se acumulan los accesorios, sujetados mediante bandas de cuero y un imán oculto, que evita que se muevan un sólo milímetro. Vasos de cóctel con el borde de platino y dos platos para comida de acompañamiento también encuentran su lugar en este cesto de lujo, además de servilletas de algodón y espacio para un recetario de coctelería. El accesorio definitivo para un picnic de verdadera élite, del que sólo 15 unidades serán construidas por Rolls-Royce.
Aunque yo me quedaría con dos Ford Fiesta ST.
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