No será la primera vez que escuchemos el sonido de un Koenigsegg One:1. Sin ir más lejos, hace tan solo unas semanas pudimos contemplar a la última bestia de Christian von Koenigsegg “midiéndose” sobre la pista contra una potente cabeza tractora de Volvo. Pero el caso que nos ocupa es bien diferente, un Koenigsegg One:1 se encuentra tranquilo en un escaparate de un distribuidor en el momento que un empleado ha de accionar el motor para hacer sitio a otro deportivo. Lo que sucede a continuación no tiene desperdicio. La contundencia de un motor V8 de 5.0 litros con nada más y nada menos que 1.360 CV atemoriza y despierta a un Ferrari California.
Recordemos que el Koenigsegg One:1 se define a sí mismo como el primer “megacoche” de la historia, un coche para el que los apelativos de superdeportivo o hiperdeportivo se quedarían pequeños. Con 1 MW de potencia, los suecos habrían logrado su objetivo de equiparar su potencia, en caballos de vapor, con su peso en kilogramos. El derroche de par que ofrece gracias al uso de dos turbocompresores, alcanzando un total de 1.371 Nm a 6.000 rpm, es más que suficiente para convertirlo en un auténtico cazarécords, en uno de los deportivos más rápidos – probablemente el que más – sobre la faz de la Tierra y en una máquina que es capaz de alcanzar los 400 km/h desde parado y volver a detenerse por completo en solo 30 segundos.
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Hoy por hoy, un deportivo como el Koenigsegg One:1 es difícilmente comparable con cualquier otro que conozcamos, inclusive LaFerrari, el McLaren P1, el Porsche 918 Spyder o el Bugatti Veyron. El sonido de la alarma del Ferrari California que comienza a dar la señal de alerta por los contundentes rugidos del Koenigsegg no es más que una alegoría de lo que verdad supone el One:1. Una máquina que sería capaz de atemorizar a cualquier deportivo que seamos capaces de mencionar y de la cual se producirán tan pocas unidades que podrás contarlas con los dedos de las manos, las cuales, por cierto, ya se han vendido.
Vía: Worldcarfans
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