Lamborghini no para de crecer. Si en 2013, en el año de la despedida del Lamborghini Gallardo, firmaron un año brillante para la casa de Sant’Agata, con 2.141 entregas en todo el mundo. En 2014, con la introducción del Lamborghini Huracán, las ventas han seguido creciendo, concretamente un 19%, para alcanzar las 2.530 unidades. El Lamborghini Aventador sigue vendiéndose a buen ritmo y ese ritmo no se espera decaiga, aún menos ahora que los clientes tendrán la posibilidad de adquirir el nuevo Aventador SV y que la presentación del nuevo Huracán Spyder es inminente.
Hace unos días, en declaraciones a Automotive News, Stephan Winkelmann reconocía que las listas de espera de Lamborghini son realmente importantes. Desde el momento en que cierras la reserva de un Aventador, como mínimo has de esperar siete meses hasta recibir la entrega.
Lamborghini podría haber duplicado sus ventas con respecto al año anterior, si no fuera porque de las 3.300 reservas que recibieron del Lamborghini Huracán, tan solo pudieron entregar aproximadamente 1.100 unidades. Lamborghini goza de una mayor demanda de sus clientes de la que sus fábricas son capaces de satisfacer. Lo cual no es ni mucho menos negativo, según Winkelmann.
A día de hoy Lamborghini ya tiene asegurada toda la producción de este año, incluso con sus factorías al máximo rendimiento. Los de Sant’Agata esperan repetir las cifras de este año pasado, en el que no solo aumentaron sus ventas, sino también su facturación, que pasó de 508 millones de euros en 2013 a 629 millones de euros en 2014. Lamborghini también generó beneficios, aún reconociendo que sus inversiones han sido un 20% superiores a las del resto de la industria.
¿Cuál es el siguiente objetivo, mayor volumen, o preservar la exclusividad?
Stephan Winkelmann no parece estar preocupado porque Lamborghini haya encontrado un cuello de botella en la producción de su factoría, porque la demanda de los clientes sea superior a la producción que puede satisfacer su fábrica. Pero tampoco les preocupa que la llegada de nuevos modelos pueda suponer la pérdida, en cierta medida, de la exclusividad que supone tener un Lamborghini, siempre y cuando esa demanda siga siendo superior a su capacidad para producir deportivos. O SUVs. Puesto que Winkelmann también reconoce que de haber un tercer modelo no sería un GT, híbrido y enchufable como el Asterion; ni tampoco un sedán; sino probablemente un SUV.
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