El modelo radical y disruptor de Uber sufre un varapalo en Alemania. Después de que varias ciudades alemanas prohibiesen su uso, un tribunal acaba de prohibirlo en todo el país, amenazando además con una multa de 250.000 euros e incluso penas de cárcel a sus directivos si incumplen reiteradamente la sentencia. En España todavía no está claro pero el Gobierno ya ha sacado las uñas a instancias de los taxistas.
Los taxistas protestaban por competencia desleal, ya que cualquiera podía ejercer de taxista sin necesidad de una licencia. Lo que no se ha aclarado hasta el momento es si la prohibición es para toda la aplicación o sólo para este modo, ya que Uber también permite reservar taxis normales o coches con chófer que sí tienen licencia.
Este no es más que otro capítulo en la guerra entre Uber y los taxistas. Por un lado una aplicación que podría mejorar el transporte aunque su propuesta es la de no pagar impuestos y eliminar cualquier tipo de regulación, y al otro lado un gremio muy regulado interesado en que no se toque nada. Frente a una anarquía total y un modelo ineficiente, lo que deberíamos exigir los usuarios a nuestros gobiernos es una regulación intermedia que nos beneficie a nosotros, no a los taxistas ni a Uber.
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