Puede parecer un hábito un tanto absurdo, pero es más común de lo que nos pensamos. Recuerdo aquellos días en los que estaba aprendiendo a conducir, o mejor dicho, preparándome para obtener el permiso de conducir y aprendiendo las normas básicas para que me considerasen un conductor apto para conducir en sociedad. En aquellos días, el profesor de la autoescuela me recordaba que tras cambiar de marcha, mi mano derecha siempre debía regresar al volante. Que no debemos sujetar la palanca de cambios, que no se va a mover, ni dejar la mano muerta sobre el pomo. Por dos razones: por seguridad y para preservar la integridad de la mecánica de nuestro coche.
La mano en la palanca de cambios, un mal hábito
Cuando el profesor de mi autoescuela intentaba corregirme, también estaba intentando prevenir un mal hábito. Por cuestiones de seguridad siempre, y repito siempre, deberíamos llevar las dos manos al volante. Eso significa que solo debemos mover la mano derecha de su sitio para cambiar de marcha, en el caso de que utilicemos un coche con cambio manual, o un secuencial que requiera tal cosa. En ocasiones es necesario mover una mano del volante, por ejemplo para ajustar el climatizador, o el equipo de entretenimiento si no contamos con un volante multifunción y/o mandos satélites. No debemos dejar apoyado el brazo derecho en una pierna, ni tampoco viajar con la mano izquierda por la ventanilla, emulando aquel antiguo anuncio de BMW, el de «¿Te gusta conducir?».
Tenemos que estar siempre preparados para cualquier incidencia, para realizar cualquier maniobra con seguridad y precisión, y para ello son necesarias dos manos en el volante.
Averías por apoyar la mano en la palanca de cambios
Pero volvamos al quid de la cuestión, ¿por qué puede dañar tu coche apoyar la mano en el pomo del cambio manual?
La palanca de cambios es un elemento que guarda una conexión mecánica con la transmisión. Cualquier presión que hagamos sobre ella, acabará transmitiéndose inexorablemente a las conexiones existentes. Tal vez no provocará una avería inmediata, pero sí estaremos generando un desgaste prematuro en los elementos que intermedian, en engranajes y rodamientos. Holguras que a la larga pueden llevarnos al taller, conseguir que nos cueste introducir una marcha, o incluso que esta se salga de su sitio. Los que hayáis conducido coches antiguos con este problema ya sabréis lo incómodo que resulta conducir un vehículo en el que alguna marcha se atasca o se sale de su lugar.
También hemos de ser muy cuidadosos con la palanca de cambios, no golpearla o apoyarnos en ella, por ejemplo cuando estemos limpiando el coche, o evitar saltar del puesto del conductor al del acompañante sin salir del coche. Os aseguro que conozco casos de coches con muy pocos kilómetros que acabaron en el taller con una avería de caja de cambios por una maniobra tan absurda como esta.
Más guías para evitar averías del coche
– 10 malos hábitos que pueden destrozar tu coche: las averías que a veces provoca el conductor
– 8 hábitos que te ayudarán a evitar averías (y que harán que tu coche dure muchos años)
– 3 averías que, por intentar ahorrar, puedes provocar en tu diésel
– Cómo evitar averías en los diésel modernos: EGR, filtros, AdBlue…
– ¿Qué sucede al arrancar un coche en frío?