¿Van los coches al cielo? Cuando un automóvil deja de ser útil, y con dejar de ser útil me refiero a que este va a acabar directamente en un desguace, existen diferentes posibilidades. Fuera de circulación, el coche acaba en el apasionante mundo del tratamiento de deshechos. Se extraen sus líquidos, se desmontan aquellas piezas susceptibles de ser aprovechadas, en algún caso puede acabar su retiro descansando en una campa repleta de deshechos automovilísticos, y en la mayoría, ha de procederse a su completa desmantelación y posterior destrucción, empleando máquinas industriales tan espectaculares como la que os mostramos en este vídeo.
La compactación, «destrucción» y el posterior reciclaje de los deshechos es imprescindible. De otra forma, en nuestro país habría decenas de millones de coches hacinados en los desguaces. Además de las máquinas compactadoras, esas espectaculares prensas que son capaces de despachurrar un vehículo hasta reducirlo a un bloque de metales retorcidos, también existen trituradoras como las de este vídeo (Jalopnik). Máquinas que con sus inmensos dientes son capaces de trocear un motor y separar cada pieza para facilitar su traslado a la acería que se encargará de su procesamiento.
Esta máquina en cuestión está especializada en triturar bloques de motor, en un trabajo tan doloroso para aquellos que tras ese amasijo de hierros vemos lo que otrora fue un coche, como apasionante. Esta máquina en cuestión, la denominada coloquialmente como «la gigante roja», pesa 42 toneladas métricas y cuenta con un motor de 710 CV de potencia.
Fuente: Hammel Recyclingtechnik
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