Si eres un auténtico petrolhead, es muy posible que hayas oído hablar de Rob Dahm. Este estadounidense lleva años y años sumido en el mundo de las preparaciones de alto nivel, y su «ópera prima» es un Mazda RX-7 muy especial. Su mecánica tiene nada menos que cuatro rotores, está sobrealimentada por un gigantesco turbocompresor de 94 mm, desarrolla 1.300 CV (aproximadamente) y cuenta con un complejo sistema de tracción total conectable. Parece increíble que todo ello pese menos de 1.600 kilos.
Esta bestia está absurdamente ensanchada – cerca de 20 cm con respecto al coche original – y ha sufrido constantes cambios y evoluciones durante los últimos años. La potencia se transmite a ambos ejes mediante una caja de cambios secuencial de seis relaciones. Al otro lado del cuadrilátero, se enfrenta a un Jeep Grand Cherokee Trackhawk, potenciado hasta los 850 CV – más de 1.000 CV a la salida del ciguëñal. Sin embargo, el Jeep es un coche mucho más civilizado, con un cambio automático moderno y un sistema de tracción total bien afinado.
La prueba es que durante los primeros metros, el Jeep con motor Hellcat es capaz de adelantar al Mazda atómico de Rob Dahm. Sin embargo, una vez el Mazda tracciona adecuadamente, su potencia y ligereza lo catapultan a la estratosfera. Incluso habiendo perdido su eje de transmisión delantero, y perdiendo dos de sus ruedas motrices, es capaz de imponerse al Jeep en la última carrera. Te dejamos que lo veas por ti mismo sobre estas líneas.