Sí, lo admito. A veces soy un poco pesado con el mundo del drag racing. Ciertamente, me apasiona, y es la única ocasión de conocer preparaciones en muchos casos únicas. La potenciación del motor y la máxima tracción son lo más importante en las competiciones de aceleración, de forma de lo más pintorescas muy habitualmente. El coche que protagoniza este artículo es un Mazda RX-8 con un motor de tres rotores y sobrealimentado por tres turbocompresores. Una configuración de lo más interesante.
Los motores rotativos son modulares. Es decir, se pueden añadir rotores sin límite, en línea. Las aplicaciones de calle más potentes usan dos rotores, pero hay coches de competición con hasta seis rotores. Ya sabemos como suena un Mazda 3 MPS de competición con 650 CV, pero este RX-8 tiene el triple de potencia y un rotor más. Cada uno de los turbos aporta potencia a cada uno de los rotores, una aproximación diferente al turbo sencillo para los tres rotores. Es la solución habitual, y la que este equipo de San Fernando (California usaba antes).
Su sonido sólo puede ser descrito como un abejorro del infierno. Un sonido agresivo, un zumbido capaz de dejar sordo a todos aquellos que lo escuchan: va a escape libre. En la pista de aceleración escupe llamas, y una vez ha traccionado, su morro quiere levantarse – y lo haría, de no tener una «wheelie bar» instalada en la parte trasera del coche. La carrocería es de serie, pero ahí terminan las similitudes con el RX-8 de producción en el que se basa. Ved el vídeo, y contadme que os ha parecido en los comentarios.
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