Los motores de los coches están construidos, si hablamos de sus componentes internos, casi exclusivamente en metal. El hierro, el aluminio y el acero son los metales más empleados, por su resistencia a temperaturas extremas, miles y miles de ciclos de calor/frío, y su bajo coeficiente de dilatación. Con todo, el plástico cada vez está más extendido en piezas sometidas a mucho calor y fricción, y es por ello que nuestros amigos rusos de Garage54 han decidido llevar a cabo un curioso experimento: ¿puede un motor funcionar con pistones de plástico?
Los pistones son la pieza sometida a más estrés térmico y mecánico. Son las que reciben la fuerza de la explosión de aire y combustible, y son los que se mueven a altísima velocidad en las cámaras de combustión, miles de veces por cada minuto que el motor está funcionando. Aprovechando un motor que necesitaba una reconstrucción, nuestros amigos rusos crearon pistones de plástico de idéntica medida a los originales, les instalaron sus correspondientes segmentos, y los volvieron a montar en el motor, para ver qué sucedía.
Aunque el motor arrancaba y funcionaba, la expansión del plástico a causa de la temperatura detenía el motor a los pocos minutos. Mientras tanto, el plástico – un termoplástico, deformable a alta temperatura – se iba quemando y alterando. Cuando el motor dejó de arrancar, una inspección a los pistones demostró que su superficie se había quemado y deformado, y sus segmentos se habían fundido en el lateral del pistón a causa de la alta temperatura. En resumen, quedó patente por qué no se hacen pistones de plástico en los motores de combustión.
No obstante, un plástico termoestable como la baquelita o el epoxy sí podría haber funcionado. De hecho, a lo largo de la historia se han creado motores experimentales construidos con plásticos termoestables, que no han llegado a producción por razones, fundamentalmente, de coste y durabilidad. En cualquier caso, el vídeo de Garage54 es otro fascinante experimento digno de ser contemplado.