Si eres un purista, no te aconsejo que sigas leyendo mucho tiempo más. Lo que vas a ver es un sacrilegio con mayúsculas. Pero es uno de esos sacrilegios que un verdadero petrolhead sabe apreciar y sabe entender. Se trata de un Nissan Skyline R32 – no sabemos si originalmente era un GT-R u otra versión – con un swap de motor poco convencional. Un swap a motor diésel, y no a los diésel que algunos Skyline japoneses montaron, si no a un V8 PowerStroke de origen Ford, con 6,0 litros de cubicaje, dos turbos y torrentes de par motor.
Lo cierto es que no hay mucha información acerca de este proyecto. Sabemos que se ha llevado a cabo en Estados Unidos hace ya seis años, y que el coche está orientado a la disciplina del drifting. El motor que monta es un 6.0 PowerStroke. Un diésel que fue montado en las pick-up Super Duty de Ford entre los años 2003 y 2010. Fue un motor plagado de problemas mecánicos, y de serie, desarrollaba 325 CV y 770 Nm de par motor. En este Nissan Skyline, su único turbo de geometría variable ha sido reemplazado por un sistema biturbo con turbos fijos.
Desconocemos su potencia, pero teniendo en cuenta que fue creado por un especialista en preparaciones diésel, es sencillo asumir que su potencia está muy por encima de los 500 CV. Las humaredas negras parecen confirmar esta teoría. Instalar este motor en un Skyline no es baladí, y no solo por lo pesado que es el motor, si no por sus grandes dimensiones. El resultado final no es el más refinado – y aterrorizará a muchos petrolheads ver un Skyline con motor diésel – pero es espectacular. Juzgad por vosotros mismos.