Este fin de semana tuve una experiencia de conducción de esas que, de alguna forma, marcan a cualquier apasionado de los coches. Una experiencia especial, incluso para nosotros, que sin ningún ánimo de pecar de vanidosos estamos curtidos en la conducción de coches de muy diversa índole. La oportunidad de probar un deportivo tan radical como el Porsche 911 GT3 probablemente condicione a partir de ahora mi percepción de cualquier otro deportivo. Cualquier bestia que conduzca a partir de ahora muy probablemente tendrá que medirse con el rasero del GT3. Y es por eso que estas imágenes en Goodwood de un Porsche 911 GT3 RS, la edición aún más radical y perfeccionada del GT3, el eslabón perdido entre el deportivo de calle y carreras, me parecen perfectas para comenzar con fuerza este lunes.
La primera vez que pude ver en directo a este Porsche 911 GT3 RS de la generación 991 fue en el Salón de Ginebra. Os aseguro que al verlo me quedé embelesado contemplando su carrocería. Tanto que casi olvido por un momento que a su lado posaba uno de los deportivos más esperados, y más deseados, que haya creado Porsche en los últimos años, el Cayman GT4. Me quedé embelesado con su pose amenazante y escultural, con su estética, a fin de cuentas, con detalles espectaculares que por otro lado responden siempre a una necesidad funcional. A la necesidad de ser más rápido sobre la pista. Os recomiendo la lectura de este foto a foto del Porsche 911 GT3 RS en el que os acercamos con nuestras imágenes en directo todos aquellos detalles que hacen de este deportivo una máquina tan especial, detalles como su cuidada aerodinámica, con un inmenso alerón y canalizaciones en las aletas delanteras y el capó, su habitáculo con jaula antivuelco y asientos de competición, sus inmensos neumáticos Michelin Pilot Super Sport Cup 2 y hasta su botón Pit Speed.
Os aseguro que acercarte a las 9.000 rpm en un deportivo como este, además de hacer que fluya la adrenalina, convierte su habitáculo, con un aislamiento menos cuidado – adrede – que en otros Porsche, en un concierto de rock. Un festín de rugidos, aderezado por el traqueteo que genera cualquier imperfección del asfalto y hasta el choque de la gravilla del asfalto suelto de alguna carretera secundaria.
Pero lo mejor es que lo veáis, en su versión más radical, la del Porsche 911 GT3 RS, surcando el trazado de la subida de Goodwood.
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