El Renault 5 Turbo tenía fama por su «turbo saltarín», y este mito – que hemos desmontado – terminó multiplicándose en las bocas de esos mecánicos de bar de nuestra geografía. No, no salta en curva, y en buenas manos es un auténtico misil. Sus 112 CV de potencia, acompañados de una preparación de competición y unidos a su bajo peso, lo convierten en una máquina devoradora de curvas. Michel Leclère nos lo demuestra, con un Renault 5 Turbo que guía de forma experta a través de los Alpes franceses en el Monte Carlo Rallye Historique.
En el Monte Carlo Rallye Historique corren todo tipo de clásicos de los años 60 y 70. Suele ser un lugar ideal para ver máquinas espectaculares, pero es extraño que los conductores saquen el máximo potencial a las mismas. El ex-piloto de Fórmula 1 francés – Michel Leclère – nos demuestra lo contrario con su Renault 5 Turbo. ¿Cuál es el origen de este mito? Simplemente una combinación del carácter explosivo del coche, con las manos del piloto y la propia puesta a punto del vehículo, no apta para todos los públicos.
España venía de una época de coches atmosféricos de escasa respuesta. La combinación de la explosividad del turbo – nada de entrada progresiva como hoy en día – y lo difícil del comportamiento del R5 al límite le granjearon el apodo de «matapijos». Era un coche de dinámica complicada y posiblemente algún accidentado se inventó aquello de «me saltó el turbo» para excusar su imprudencia. Como podéis ver, al Renault 5 de Leclère le gustan las curvas, y las da con mucha facilidad.
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