Hace un tiempo os hablamos de la terrorífica retroalimentación (o realimentación) de un motor diésel. Suele darse tras una rotura en el turbocompresor, cuyo resultado es que la aceite del motor pasa a la admisión, comenzando a quemarse como combustible. Un círculo vicioso que lleva al motor a su máximo régimen de giro y que solo es posible parar bloqueando la admisión de aire al motor, o calándolo. En esta ocasión os mostramos una de las más terroríficas retroalimentaciones que hemos visto en mucho tiempo, protagonizada por una pick-up de drag racing. Antes de lo ocurrido en el vídeo, era capaz de desarrollar más de 2.000 CV.
La pick-up de Dirty Hooker Diesel se dispuso a hacer una lanzada en un banco de potencia, en el Ultimate Callout Challenge, en Indianapolis. A plena potencia, el turbocompresor explotó, resultando en una enorme bola de fuego. Al mismo tiempo, el motor entró en retroalimentación y comenzó a alimentarse de su propia aceite. El piloto trató de desconectar el motor, pero es demasiado tarde cuando entra en retroalimentación. Al equipar un cambio automático, trató de frenarlo – se puede ver como los discos de freno traseros echan chispas – de nuevo de forma infructuosa.
El conductor tuvo que abanadonar el vehículo, que comenzó a quemarse mientras el motor seguía acelerado al máximo. Un espectáculo dantesco que terminó en apenas un par de minutos, cuando tras consumir todo su aceiete, el motor gripó. El coche entero resultó dañado, pero los mecánicos pudieron salvar el bloque – un carísimo bloque mecanizado, construido ad-hoc. Tras 17 horas de trabajo non-stop, consiguieron reconstruir el motor con nuevas piezas, y participar en el evento. Estoy seguro que nadie olvidará el espantoso espectáculo del banco de potencia, una de las más salvajes retroalimentaciones que hemos visto.