Este Saab 900 del año 1987 empezó su vida como una versión Turbo, equipada con un motor 2.0 sobrealimentado de 175 CV de potencia. Un gran coche de grandes prestaciones en sí mismo, del que puedo considerarme un propietario afortunado. Esta unidad, no obstante, es muy diferente a la que tengo en el garaje. Aunque tiene el mismo kit estético Airflow, las similitudes terminan en el kit de carrocería. Bajo su piel esconde un motor 5.0 V8 de inyección, sobrealimentado por compresor, procedente de un Ford Mustang de tercera generación. ¿Sacrilegio?
No, los sacrilegios como tal no existen, siempre que el problema del coche fuese un motor cansado o imposible de reparar. De este coche, que fue vendido por un concesionario estadounidense de clásicos, sabemos poco. Pero sabemos que su motor pasa su potencia al tren trasero, a través de un cambio manual. A tenor del tamaño de los slicks traseros, no resultaría descabellado pensar en una potencia superior a los 600 CV – es un coche creado para el drag racing. Su admisión Edelbrock, culatas de Ford Racing o distribuidor MSD lo confirman.
Aunque todo el exterior sea más o menos sueco – a excepción de las llantas Weld Racing, sus colores y la admisión del capó – en su interior se ha prescindido del precioso interior del Saab 900, reemplazando el salpicadero por el de un Ford Mustang de tercera generación. También deberíamos mencionar la cuestionable selección de colores en sus asientos de competición – por otra parte, de alta calidad y gran sujeción. Una jaula antivuelco completa el look de este Saab 900, no apto para todos los públicos, pero original como pocos.
Fuente: Carscoops