El super kart que véis en vuestras imágenes no lleva un simple motor de moto. Es una máquina de construcción 100% artesanal, con un chasis reforzado sobre el que se ha montado un motor de cuatro cilindros y un litro de cilindrada. Es un motor que originalmente se podía encontrar en la Honda CBR1000RR, y que ha sido potenciado hasta los 230 CV. Un motor que permite a este coche destrozar en carreras de aceleración a máquinas mucho más poderosas, algunas de ellas incluso superando los 1.300 CV. Poca broma, señores.
El super kart hace el 0 a 100 km/h en sólo 2,4 segundos, y pasa su potencia al eje trasero mediante una cadena. Su caja de cambios es secuencial y con ella puede completar un cuarto de milla en apenas 9 segundos. Su velocidad máxima se cifra en 320 km/h, pero no querría comprobarlo en una máquina que no tiene suspensión y cuyos neumáticos tienen un diámetro no mucho más grande que la altura de una lata de refresco. Deja en ridículo al super kart de Colin Furze, ese que alcanzaba los 100 km/h con un motor de reacción.
Es una máquina de impresión, capaz de vencer a un Audi S4 B5 con un motor potenciado hasta los 1.080 CV y un bestial 9ff TR 1300, cuyo motor desarrolla nada menos que 1.300 CV. Y los deja atrás a ambos en una competición de aceleración con salida lanzada, que sobre el papel debería beneficiar a los dos coches de tamaño convencional. A continuación tenéis un vídeo en el que apreciar de forma conveniente la brutal aceleración de este misil de bolsillo.
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