Shuhei Nakamoto, Vicepresidente Ejecutivo del equipo HRC arrancaba con el siguiente alegato: «Para empezar, me gustaría declarar que creemos que es muy importante hablar de los hechos, y no las presunciones. Un hecho es un hecho y ante él solo cabe una interpretación. Las presunciones pueden ser interpretadas de diferentes maneras, dependiendo del lado en el que te encuentres». Y a la hora de hablar de hechos, y no de presunciones, ni interpretaciones, la telemetría es la única que puede arrojar datos concluyentes al respecto. Datos irrefutables sobre incidentes como el vivido entre Valentino Rossi y Marc Marquez, para desentrañar accidentes tan misteriosos como el sufrido por Fernando Alonso en la curva 3 del Circuit de Catalunya, o incluso siniestros en los que nos veamos involucrados en la calle con nuestro coche particular.
La teoría esgrimida por los defensores de Valentino Rossi pasaba por el hecho de que la motocicleta de Marc Marquez ya estuviera desestabilizada en el momento en que la pierna de Valentino se desplazó del estribo. Honda – de la mano de una auto-entrevista realizada a Nakamoto – reconoce que Marquez estaba intentando levantar la moto antes del impacto, pero también que los datos de la telemetría de su motocicleta registraron un impacto súbito en el freno delantero que bloqueó la rueda delantera y precipitó al español contra el suelo. Tampoco admitía discusión que Rossi abrió la trayectoria en la curva, antes de que se produjera la famosa patada, para molestar a Marquez. Hecho admitido por el propio Valentino tras la carrera.
Honda asegura que en su poder están todos los datos de la telemetría, y que cualquiera que lo solicite podrá tener acceso a ellos, sea de Dorna, de la FIM, o de los medios.
Siguiendo con la importancia de la telemetría en competición, veamos el ejemplo de la Fórmula 1. La centralita de un monoplaza moderno es capaz de controlar más de 1.000 parámetros diferentes, de manera que en un Gran Premio cualquiera, en el que se recorran alrededor de 300 kilómetros, un Fórmula 1 registra 1,5 gigabytes de datos. Puede parecer una cantidad insignificante en un momento en el que utilizamos medios audiovisuales que requieren gran cantidad de espacio, dado que todos ellos cabrían en un pendrive cualquiera. Pero para entender la cantidad de datos que supone almacenar 1,5 gigabytes quizás sea más interesante recordar que es comparable a cerca de los datos almacenados en 400 libros del tamaño de la Biblia o Don Quijote de la Mancha.
La telemetría es un ejemplo más de transferencia tecnológica entre competición y productos de calle. La telemetría es imprescindible en un monoplaza de Fórmula 1, para estudiar su mejora, para identificar problemas, o incluso para desentrañar accidentes. Esa misma tecnología está presente en todos nuestros coches, aunque evidentemente con un nivel de sofisticación menor y un volumen de datos más contenido. Es la tecnología que, por ejemplo, emplea cualquier taller a la hora de reparar una avería. El primer paso, antes de sacar la llave inglesa y comenzar a aflojar tuercas, pasa por conectar la centralita del coche a un ordenador que se encarga de analizar los errores que ha registrado la centralita. Y en función de estos, se diagnostica el problema y se procede a su resolución.
Esa misma telemetría será la que algún día conseguirá desentrañar prácticamente cualquier accidente que suframos. Y también la que genera más temores, en tanto puede resultar decisiva para encontrar el culpable de un siniestro, o incluso para que la aseguradora exima su responsabilidad (por cláusulas como la de accidentes en los que esté implicado un exceso de velocidad). También la que más preocupa a los conductores a la hora de pensar en la privacidad, y en el panorama al que cada vez nos acercamos más, el del coche conectado, y el de una flota de automóviles que estén permanentemente conectados entre sí.
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